Fracasa mejor
Me gusta asociar la idea de fracaso a la de un naufragio, quizá porque me cautiva la imagen de una nave, que alguna vez fue imponente, hundida en el fondo del mar, convirtiéndose en parte de él. Y me hechiza la idea de flotación a la deriva.
Me gusta asociar la idea de fracaso a la de un naufragio, quizá porque me cautiva la imagen de una nave, que alguna vez fue imponente, hundida en el fondo del mar, convirtiéndose en parte de él. Y me hechiza la idea de flotación a la deriva.
Uno de los pecados imperdonables de nuestro tiempo es el fracaso. Contamos con toneladas de libros de autoayuda para superarnos, las más extravagantes terapias para ser feliz y fórmulas infalibles para vivir aquí y ahora. Pero apenas se habla del fracaso y su peso como parte esencial de la vida, de la frustración tan habitual de no conseguir algo ni con la más valiosa de las ayudas. Me gusta asociar la idea de fracaso a la de un naufragio, quizá porque me cautiva la imagen de una nave, que alguna vez fue imponente, hundida en el fondo del mar, convirtiéndose en parte de él. Y me hechiza la idea de flotación a la deriva, dejarse ir de ese modo tan abismal, tan terrorífico y a la vez tan sedante y tranquilizador.
Lo que me resulta desolador es que vivamos con la idea de que fracasar en algo sea motivo de humillación, como si las cosas tuvieran que salir siempre bien por naturaleza. No es así, la mayoría de las veces las iniciativas fracasan, sean del tipo que sean, que algo salga bien a la primera y no atraviese dificultades es una de las cosas más improbables que existen. Y sin embargo ser un fracasado es uno de los escenarios que más pánico nos provoca, cuando bastarían unas pocas averiguaciones y unas cuantas redes de comunicación para darnos cuenta de que todos podemos fracasar, naufragar y quedarnos a la deriva, y volver a encontrar siempre otro rumbo, quizá mejor que el que nos habíamos propuesto. En España, por cierto, los suicidios han aumentado un 11% el pasado año.
El fracaso no significa necesariamente que no somos lo suficientemente buenos, a veces, muchas veces, sólo quiere decir que estábamos remando en la dirección o el momento equivocados. Fracasar para mi es no encontrar en la vida aquello para lo que crees que sirves, y no descubrir nunca la satisfacción de estar haciendo algo por placer o por amor, le guste o no al resto de la humanidad. Para encontrar no queda más remedio que sumergirse en la búsqueda, y eso implica no uno, sino múltiples fracasos, incluso cuando las cosas tienen sentido y estamos en la senda adecuada. Fracasar es probar, es sencillamente asumir un riesgo y seguir asumiéndolo aún cuando nos hemos caído y vuelto a levantar. En palabras de Beckett, en Rumbo a Peor: “Da igual, prueba otra vez, fracasa otra vez, fracasa mejor”.