Prefijo 371
El chaval que llegó al Barça con 13 años, casi sin hablar, con la mirada pegada al suelo y serios problemas de crecimiento se ha convertido -sigue en ello- en unos de los mejores jugadores de la historia del fútbol.
El chaval que llegó al Barça con 13 años, casi sin hablar, con la mirada pegada al suelo y serios problemas de crecimiento se ha convertido -sigue en ello- en unos de los mejores jugadores de la historia del fútbol.
Suma y sigue. Los goles, los hat tricks, la historia. El chaval que llegó al Barça con 13 años, casi sin hablar, con la mirada pegada al suelo y serios problemas de crecimiento se ha convertido -sigue en ello- en unos de los mejores jugadores de la historia del fútbol. Messi, que ya tenía el récord de goles en partidos oficiales del F.C.Barcelona, consiguió ante Osasuna el domingo los goles 369, 370 y 371 vistiendo de azulgrana sumando también los encuentros amistosos. Superó al gran Paulino Alcántara, un racial delantero nacido en Filipinas, se llevó el balón a casa y se fotografió con él en la terraza de su casa vestido de blanco y con el Mediterráneo al fondo. ¿Una provocación? ¿Un recadito al equipo merengue? Sea como fuere, Leo ya ha marcado con el prefijo 371 y quiere cambiar pronto de número. Y de tono de llamada. A pesar de los que le ven flojo, ido, desconectado, desconcentrado, bajo de forma, tocado de moral, con el pensamiento en el Mundial y el corazón en Argentina, Messi volvió a cerrarle la boca a medio mundo y a abrírsela al otro medio. Pendientes de la suya, entre arcadas y vómitos a los que han dedicado programas enteros, intentaron hacer olvidar y opacar lo que realmente temen: su voracidad goleadora y esa genialidad que, incluso regurgitando, puede darle la vuelta a un partido. Aunque el Barça llegue al Bernabeu un paso por detrás, la presencia del argentino intimida. Mucho. Y sus 371 goles y las ganas que tiene de modificar la cifra, aún más.