Amor al arte
¿Quién dijo que para exponer una obra de arte se necesita una galería? Nada más especial que caminar desprevenido por cualquier mercadillo en algún lugar exótico y lejano.
¿Quién dijo que para exponer una obra de arte se necesita una galería? Nada más especial que caminar desprevenido por cualquier mercadillo en algún lugar exótico y lejano.
¿Quién dijo que para exponer una obra de arte se necesita una galería? Nada más especial que caminar desprevenido por cualquier mercadillo en algún lugar exótico y lejano, y tener el privilegio de ver con espontaneidad lo expuesto de forma natural e incluso rudimentaria.
Luego de observar y preguntar a nuestros compañeros de viaje, que siempre tendrán una opinión al respecto, es posible que el trabajo de algún artista local termine por seducirnos e incluso nos veamos obligados a ofrecer algo por él. Empezaremos entonces la típica conversación sobre sus motivos y razones de inspiración para luego llegar a una vil negociación que en la mayoría de los casos resulta ser la cifra exacta que llevamos en la billetera. De regreso a casa luego de las vacaciones, la pintura estará en nuestro balance como gastos de viaje pero no como una inversión en arte. El artista de ese pequeño pueblo al que fuimos por casualidad no tiene potencial alguno. Por eso el gasto nunca será algo que cobre valor a través de los años. Es un souvenir. Un simple recuerdo de un viaje de placer pero que inexcusablemente generará emociones con sólo mirarlo de vez en cuando en el salón, el pasillo o incluso en la pared del cuarto de baño donde puede reposar por años. Es algo raro pero no tendremos el valor de deshacernos de ese pequeño cuadro porque significa algo particular.
Aunque a muchos les cueste creer que todavía exista gente que viva por amor al arte, sólo basta con observar los miles de artistas que ofrecen sus obras de manera voluntaria y con la mínima posibilidad de ser tenidos en cuenta. Es una lotería. Es mucho el esfuerzo y la dedicación y relativamente poco lo que económicamente se puede lograr a fin de mes. Sin embargo pintar es lo único que saben hacer. Es una lucha decente y digna a tantas necesidades. Es la compra de los materiales. El ingenio. La combinación de colores. Pero peor aún la representación de sus sueños. Sus tradiciones e historia cultural. Todo eso debe ser tenido en cuenta a la hora de exponer una pintura por muy franca o auténtica que sea.
Los artesanos serán una permanente fuente de inspiración para todos. Serán siempre una forma de entender la vida y lo que nos permite pertenecer a algo. Son los testimonios. Son los maestros eternos de las generaciones que se apresuran hoy en día a globalizar el folclore y las prácticas de antaño. Nada tendrá más mérito que inspirar y proteger lo que las raíces tienen que ofrecer.
Muy pocos luchan por el legado de los sabios. Se pierden las técnicas. Se olvida el método y la destreza. El valor para recuperarlo es agotador pero posible. Aplaudo el singular amor al arte.