Cuando el fuego es riqueza
Si todo el año fuera fiesta, divertirse sería más aburrido que trabajar. Que nos lo digan a los valencianos que, tras cinco jornadas intensas de fiesta, el pasado 19 de marzo volvimos a quemar las Fallas.
Si todo el año fuera fiesta, divertirse sería más aburrido que trabajar. Que nos lo digan a los valencianos que, tras cinco jornadas intensas de fiesta, el pasado 19 de marzo volvimos a quemar las Fallas.
“Si todo el año fuera fiesta, divertirse sería más aburrido que trabajar.” William Shakespeare
Que nos lo digan a los valencianos que, tras cinco jornadas intensas de fiesta, el pasado 19 de marzo volvimos a quemar las Fallas.
Como valenciana me encuentro una y otra vez con las mismas preguntas sobre nuestras fiestas: ¿Qué sentido tienen? ¿Por qué las quemáis? Las Fallas terminan para volver a empezar. Se queman para volverlas a plantar. Las Fallas honran a San José, patrón de los carpinteros. Las Fallas son el ritual de quemar lo viejo para que venga lo nuevo. Purificar el espíritu para recibir la primavera. Las Fallas son cada año trabajo, esfuerzo, alegría, novedad, ilusión y negocio para los valencianos.
Sí, he dicho negocio. Las Fallas de Valencia, la variedad de actividades que la forman y su atractivo turístico (actualmente son fiesta declarada de Interés Turístico Internacional y aspiran a ser declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2015) tienen un importante impacto en la economía tanto valenciana como española. Con más de un millón de visitantes en cinco días, las fiestas en la ciudad de Valencia tuvieron en 2008 (año del último estudio de impacto económico realizado por la Interagrupación de Fallas) una repercusión de más de 750 millones de euros, con la creación de 7.580 empleos que supusieron unos 26,7 millones de euros en cotizaciones a la Seguridad Social y al IRPF. Ese año las Fallas también generaron para el Estado 63,5 millones de euros en concepto de IVA. Tax Man Montoro hubiera estado contento…
Como en cualquier otro negocio, la crisis ha afectado a las Fallas y este año el impacto económico ha caído alrededor de unos 200 millones de euros. Pese a ello, las Fallas de 2014, con un presupuesto global de 6,76 millones de euros (un 30% menos que años anteriores) han generado un negocio cercano a los 500 millones de euros.
Además, y esto ya le gusta menos a Cristóbal, en el ejercicio 2015 los monumentos falleros volverán a situarse en el epígrafe de “obras de arte” en cuanto al IVA se refiere lo que supondrá una rebaja del impuesto del 21% al 10% y que se traducirá en casi 700.000 euros de ahorro en los monumentos que los falleros podrán destinar a otros menesteres de la fiesta como hostelería, ocio, transporte, indumentaria, traca y pólvora.
Cuando oigo eso de “los valencianos no sabéis lo que hacéis quemando de esa manera el dinero” yo replico: con estas cifras generadas todos los años ¿no creen que lo más eficiente desde el punto económico es quemar las Fallas y volver a empezar?