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La farsa de Crimea

Ya lo dijo el clásico: la Historia se repite a veces como farsa. Es irreconocible esta II Guerra de Crimea si la comparamos con la primera de hace más de un siglo. Ya no hay nada parecido a “la carga de la Brigada Ligera”.

Opinión
  • Sociólogo español, colaborador habitual de medios de comunicación. Es catedrático emérito de Sociología de la Universidad Complutense. Realizó estudios de postgrado en la Universidad de Columbia y ha sido profesor visitante en las de Yale y Florida y en El Colegio de México.

Ya lo dijo el clásico: la Historia se repite a veces como farsa. Es irreconocible esta II Guerra de Crimea si la comparamos con la primera de hace más de un siglo. Ya no hay nada parecido a “la carga de la Brigada Ligera”.

Ya lo dijo el clásico: la Historia se repite a veces como farsa. Es irreconocible esta II Guerra de Crimea si la comparamos con la primera de hace más de un siglo. Ya no hay nada parecido a “la carga de la Brigada Ligera”. Es imposible que se reproduzca la figura de Florence Nightingale (= Ruiseñor), cuidando a los heridos. En aquella guerra romántica los oficiales eran aristócratas y se distinguían bizarramente de los soldados. En esta de ahora los oficiales y soldados visten igual, como si fueran comandos con pasamontañas o guardias forestales.

Lo que son las formas. Los rusos se han visto obligados a montar un referéndum de opereta para dar legitimidad a la ocupación de Crimea. Es inevitable el recuerdo de un Hitler envalentonado invadiendo sucesivamente Austria, Checoslovaquia, Danzig y al final Polonia. Siempre se basaba en que los invadidos se sentían de cultura alemana. Ante esa grosera provocación, las potencias occidentales respondieron con la famosa doctrina del “apaciguamiento”. Es decir, protestas retóricas. Hasta que la invasión de Polonía colmó el vaso de la paciencia. Entonces se declaró guerra, la más cruenta de la Historia. La alternativa habría sido mucho peor.

Ahora las guerras ya no se declaran, ni las paces se firman, claro. Es muy probable  que Rusia intente apoderarse del resto de Ucrania, el “granero” del imperio de los zares. En cuyo caso nos encontramos en vísperas de la III Guerra Mundial. Aunque, si bien se mira, esa conflagración ya existe en la forma de terrorismo, de guerra de guerrillas. Como digo, la invasión de Crimea se ha revestido de esa plástica. Ha sido una especie de representación paralela a los Juegos Olímpicos de Invierno. Lo importante de nuestro tiempo sucede siempre delante de las cámaras de televisión.