THE OBJECTIVE
Melchor Miralles

Cruz de miradas

Casi siempre se comprende mejor una mirada que una larga explicación con las palabras, que confunden, y que pueden estar repletas de falsedad. Las miradas no. En ellas no cabe la impostura.

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Cruz de miradas

Casi siempre se comprende mejor una mirada que una larga explicación con las palabras, que confunden, y que pueden estar repletas de falsedad. Las miradas no. En ellas no cabe la impostura.

Cruz de miradas con una mujer. La foto de Abdallah Dalsh es un crisol de pupilas, un estruendo de gestos, un desafío de ojos. Casi siempre se comprende mejor una mirada que una larga explicación con las palabras, que confunden, y que pueden estar repletas de falsedad. Las miradas no. En ellas no cabe la impostura. Son el lenguaje del alma, del corazón.

Protestan ante ellos por las condenas a muerte de decenas de partidarios de los Hermanos Musulmanes. De los manifestantes solo vemos, de espaldas, a una mujer. Parece desafiante. Brazos extendidos. Cubiertas hasta las manos con guantes. Intuyo que su rostro también está oculto, probablemente por un burka. Y por lo tanto, hay intercambio de palabras, pero no de miradas. Y no se entienden.

Dos de los agentes también cubren su rostro, aunque les adivinamos los ojos. Uno, el que manda, conmina a la mujer a detenerse. Detrás, un soldado parece mirar al fondo, a los que vienen detrás, o se han quedado. Hay uno que se ha remangado el pasamontañas y tiene el dedo en el gatillo, por si acaso, temeroso de que, tras el burka, pueda llegar algo peor. Hay dos a cabeza descubierta. Uno bebe agua observando al fotógrafo y el otro se rasca el cuello mientras observa a la mujer con confiada desconfianza. Se percibe tensión en un momento de relajo tras los duros enfrentamientos.

Y ella, pequeña pero imponente en su desafío. Les recrimina su actitud. Quizá sepa ya que alguien ha perdido la vida en la batalla callejera. Pero cubierta. O sea, en situación de desigualdad frente a los hombres. Muchos dicen que es un derecho a vestir como cada cual quiere. Que no debemos interferir en asuntos de índole religiosa. Entiendo el argumento, pero discrepo. Percibo en ello un acto de violencia contra la mujer, a quien se sitúa en un estadio inferior, sometida. Y me repugna. Y por ello adivino que en esta escena hubo intercambio de palabras, pero no diálogo. Porque no se cruzaron las miradas.

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