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Rebelión en la granja

La primera huelga general de este año contra las medidas neoliberales impuestas por la Troika y que se ha desarrollado en más de 60 ciudades griegas paralizó Atenas este pasado 9 de Abril.

Opinión

La primera huelga general de este año contra las medidas neoliberales impuestas por la Troika y que se ha desarrollado en más de 60 ciudades griegas paralizó Atenas este pasado 9 de Abril.

La primera huelga general de este año contra las medidas neoliberales impuestas por la Troika y que se ha desarrollado en más de 60 ciudades griegas paralizó Atenas este pasado 9 de Abril. Convocada por los sindicatos más importantes del país, ha durado 24 horas en las que miles de personas han salido a las calles de la capital helena, para protestar contra los recortes en el sector público, los despidos masivos y la liquidación de los derechos laborales y sociales. En la huelga han tomado parte empleados del sector público, de bancos e instituciones financieras, profesores, jueces y empleados de prisiones y se ha paralizado prácticamente el tráfico ferroviario y marítimo.

Desde hace unos meses, Grecia ocupa el primer lugar en la lista de desempleo en países de la Unión Europea con un 28% de paro (y aún así las autoridades de Grecia tienen previsto despedir a 25.000 empleados más del sector público a finales de año). El segundo puesto lo ocupa España, donde el paro es del 25,8%, mientras que en la eurozona el nivel medio de desempleo es del 12%.

Los recortes acordados entre el Gobierno griego y la Troika a cambio de un rescate que solo sirve para que el país pueda pagar parte de la deuda a los bancos europeos, condenan a la población a la pobreza y hacen de Grecia, y de cualquier país que acepte tales condiciones, una esclava de unas deudas imposibles de saldar. Y ante una situación sin solución, viene a mi memoria una escena sacada de «Rebelión en la Granja», donde la única manera de acabar con la tiranía de los cerdos fue precisamente indignarse y rebelarse contra el sistema establecido por los tiranos.

Son políticas que, como el caballo de Atila, han asolado cada país por las que han pasado empobreciendo a la sociedad y empujando a la economía a la recesión, mientras intentan justificarse con expresiones como «interés público» o «sostenibilidad del sistema» y tratan de convencer a la población de que ha gastado más de lo que podía, que la crisis es en buena medida culpa suya y que estos reajustes son necesarios para salvar lo poco que se pueda. Para denunciar el fracaso de las políticas de austeridad solo existe un vía: la indignación ciudadana y sus distintas materializaciones. Pueblo griego, yo estoy con vosotros.