Yemen ¿Un nuevo Afganistán?
No es ningún secreto que el régimen del dictador yemení Saleh está amenazado por conflictos en el norte y en el sur del país, una herencia de la división territorial que vivió durante la Guerra Fría como consecuencia de la descolonización.
No es ningún secreto que el régimen del dictador yemení Saleh está amenazado por conflictos en el norte y en el sur del país, una herencia de la división territorial que vivió durante la Guerra Fría como consecuencia de la descolonización.
No es ningún secreto que el régimen del dictador yemení Saleh está amenazado por conflictos en el norte y en el sur del país, una herencia de la división territorial que vivió durante la Guerra Fría como consecuencia de la descolonización. Tampoco es ningún secreto que a Saleh le apoyan los Estados Unidos y Arabia Saudí, el gran aliado de los americanos en Oriente Medio. Que el régimen de Saleh se mantenga es fundamental para preservar el «statu quo» en la región. Estados Unidos ha entrado directamente en el conflicto instalando alguna base militar y enviando personal de los servicios de inteligencia y de los cuerpos de operaciones especiales. Por su parte, Arabia Saudí ha bombardeado con alguna frecuencia las regiones del norte yemení, hostiles al régimen de Saleh.
Sin embargo, la intervención norteamericana no cuenta con apoyo legal por parte de la ONU. Se camufla bajo el amplio paraguas de la «guerra contra el terror» y se nos indica que las acciones van dirigidas contra los yihadistas de Al Qaeda. Es una coincidencia curiosa que en todos los conflictos donde la actuación de Washington tiene pocas garantías jurídicas, aparezca la fantasmagórica organización que en su día dirigió el ex agente de la CIA y multimillonario saudí, Ossama Ben Laden. El uso de vídeos propagandísticos amenazantes por parte de la organización terrorista contribuye a incrementar la tensión de una manera tan artificial como efectiva.
Los ataques con «Drones» causan víctimas civiles y los muertos son «presuntos terroristas» que viven en una zona estratégica para los intereses económicos de la primera potencia mundial: el petróleo de Arabia Saudí está a un paso y nadie, ni los rebeldes zayditas del norte, ni los separatistas del sur van a poner en riesgo el suministro si logran derrocar al actual dictador, aliado forzoso de los americanos porque el rechazo popular a su mandato es mayoritario y creciente.
Así, Al Qaeda, como sucedió en Irak, Afganistán, Libia o Pakistán, se convierte en la excusa recurrente para legitimar una intervención de los Estados Unidos en defensa de no sabemos muy bien qué. Desde luego no de la libertad y de la democracia, ni de la seguridad del pueblo norteamericano. Snowden y Marco Liotto lo tienen muy claro: si Yemen se convierte en otro Afganistán, Putin habrá dado un paso de gigante en Europa del Este. Pero esta es una historia de la que informaremos próximamente, así como de las conexiones de la transnacional ExxonMobil en la región.