Laica
Desde que la Unión Soviética se transformara en Rusia y el mapa de rayas que el hombre ha inventado para poner fronteras al territorio cambiase radicalmente, poco sabemos de cómo se respira por esos lares.
Desde que la Unión Soviética se transformara en Rusia y el mapa de rayas que el hombre ha inventado para poner fronteras al territorio cambiase radicalmente, poco sabemos de cómo se respira por esos lares.
Desde que la Unión Soviética se transformara en Rusia y el mapa de rayas que el hombre ha inventado para poner fronteras al territorio cambiase radicalmente, poco sabemos de cómo se respira por esos lares, salvo la versión cinematográfica (y real) de sus mafias, de esos tipos duros con aspecto de boxeador todos ellos, manejando fortunas que campan por las Marbellas de nuestro territorio comprando mansiones con billetes de millón.
Parece que se ha rebelado de nuevo una encubierta guerra fría, o al menos “fresca” a cuenta de los sucesos acaecidos en Ucrania, que ve cómo la simpatía de Moscú se convierte en silencio, tras la agitación internacional producida por no respetarse los pactos de Ginebra. Está claro que el sistema financiero es quien manda, y no va a permitir que un sector de la población que añora el pasado, haga que se desplome el índice de cotizaciones.
Así es la cosa pese a quien le pese, pero los abdominales trabajados de Putin cual vaquero del este, no van a dejar que el sistema se desplome: Todos están implicados. Todos tienen sus cuentas a salvo con la única intención de ganar la partida, su partida.
De todos modos, lo que sí parece perdurar es esa cultura “patriota” que la URSS cultivó en el pasado a machete, empezando desde la escuela. Una cultura diseñada desde “el partido” para que solo hubiese una única visión ciega de la realidad, al más puro estilo Orwell.
Parece ser que allí, si eres un muchacho académicamente excelente, se te premia con un plus de adiestramiento militar y patriotismo y el “disfrute” de pasar un día con su noche en una base militar. Aquí es probable que ese premio levantara algunas ampollas, pero quién sabe. A la vista de nuestras propias aberraciones, en las que se están cargando la enseñanza pública, laica y gratuita, los rusos también fliparían….¿Laica?, ¿La perrita del espacio?