Nuestros contemporáneos primitivos
Estamos pagando las consecuencias de la alegre descolonización de África de hace medio siglo. Ahora sabemos que fue precipitada e ideológica (en su peor sentido), es decir, propagandística, retórica. Mejor sería que muchos países africanos volvieran al estatuto de protectorados.
Estamos pagando las consecuencias de la alegre descolonización de África de hace medio siglo. Ahora sabemos que fue precipitada e ideológica (en su peor sentido), es decir, propagandística, retórica. Mejor sería que muchos países africanos volvieran al estatuto de protectorados.
Lo que ahora nos asalta en las noticias que llegan del África oriental nos retrotrae a lo peor de la Edad Media: la ausencia del Estado. Esas poblaciones errantes son nuestros contemporáneos primitivos, como dijeran los antropólogos clásicos de las tribus prehistóricas que iban descubriendo. Actualmente ya están descubiertas, pero su situación es misérrima y además se ha destruido la integración tradicional.
Estamos pagando las consecuencias de la alegre descolonización de África de hace medio siglo. Ahora sabemos que fue precipitada e ideológica (en su peor sentido), es decir, propagandística, retórica. Mejor sería que muchos países africanos volvieran al estatuto de protectorados. Ahora sí se podría contar con una supervisión internacional (política y de entidades privadas) para que no hubiera abusos, para que no se esquilmaran los recursos naturales. Antes de constituir un nuevo Estado hay que formar funcionarios.
Llama la atención un detalle en las fotografías y reportajes sobre el éxodo que está teniendo lugar en algunos de los países africanos. Muchas personas (fundamentalmente mujeres y niños) llevan haces de leña, no se sabe hacia dónde. Vemos hasta un niño con un pesado tronco a hombros. Eso sí que es primitivo y degradante. Resulta que en el subsuelo abunda el petróleo y en el suelo hay que hacer leña del árbol caído.
El asunto va más allá del estricto suceso noticioso. Volvemos a la Edad Media de una forma precaria. En los conflictos nacionales e internacionales son ahora decisisvos los factores étnicos y religiosos que se creían extintos. Las luchas tribales acaban muchas veces en genocidios. Reverdece la piratería. Menudean los secuestros. Es evidente que los organismos internacionales han quedado desbordados. Menos mal que disponemos de acciones privadas para paliar un poco la hecatombe.