Los Creyentes
Aproximadamente cada 10 años, trasladamos la corte a un Chinnon imaginario y nos entregamos a la liturgia. Reunimos a los aristócratas y a los artesanos, grandes y pelagatos, nos ponemos en camino y sumamos fuerzas vivas, coraje, ciudades, canciones, pasión.
Aproximadamente cada 10 años, trasladamos la corte a un Chinnon imaginario y nos entregamos a la liturgia. Reunimos a los aristócratas y a los artesanos, grandes y pelagatos, nos ponemos en camino y sumamos fuerzas vivas, coraje, ciudades, canciones, pasión.
Aproximadamente cada 10 años, trasladamos la corte a un Chinnon imaginario y nos entregamos a la liturgia.
Reunimos a los aristócratas y a los artesanos, grandes y pelagatos, nos ponemos en camino y sumamos fuerzas vivas, coraje, ciudades, canciones, pasión. Llegamos desde donde haga falta…Ponemos lo que nos queda en el escenario y abajo, entre el público para pasar las cuentas de los años, las cuentas de las canciones que han sido nuestro manifiesto y los kilómetros que suman, arriba y abajo, costurones en el cuero español.
Somos una familia grande, alimentamos los días de noches y viajes, de camerinos de toreros, suites nupciales y melodías… Hoteles, esperas, soledades, acordes y desacuerdos y sobre todo de la fuerza convulsa, ese bumerang, que va y viene desde dentro a fuera del escenario y nos envuelve a todos.
¿Es una energía supersónica? Es difícil ponerle palabras a lo intangible.
Somos la memoria de los jóvenes airados, cada cual tiene su papel en la representación. Quien templa los ánimos, quien se olvida a última hora, quien gana el pulso en las duras y le pone las palabras justas a las maduras. A todos nos galopa el corazón por dentro, nos sudan las manos, nos tiembla la voz de la emoción.
Esa es la fuerza del creyente. Del hombre que en la foto abre los brazos frente a su destino, batiéndose en duelo contra el olvido y contra quien se ponga por delante. Así es y así ha sido y así fue…
Si Granada fue grande, vive Dios que va a arder Madrid.
En la mítica Bola de Cristal decían; “Solo no puedo, con amigos sí”. Por eso nos reunimos cada 10 años en un Chinnon imaginario, Madrid, Barcelona, Bilbao, Granada y grabamos un disco en directo.
Es una liturgia y así sea.