Matar limpiamente

Cada vez se inventan mejores armas. Lo último se llama Armatix. A pesar de tener nombre de medicamento para la artritis, se trata de una pistola definida por sus creadores como arma inteligente.

Cada vez se inventan mejores armas. Lo último se llama Armatix. A pesar de tener nombre de medicamento para la artritis, se trata de una pistola definida por sus creadores como arma inteligente. La pipa está conectada por radio a un reloj y sólo se dispara si el tirador porta el peluco en la muñeca. Esto asegura dos cosas. Que quien apriete el gatillo podrá saber a qué hora lo ha hecho. Y que si te mangan la pistola no les servirá de nada, por lo que es probable que los malos regresen a guindarte también el reloj.

Para ser perfecto, al artefacto sólo le falta estar fabricado con materiales reciclados y biodegradables. Matarán igual, pero el hecho de emplear pistolas ecológicas diría mucho a favor de quien las usase por su elevado compromiso con el medioambiente. Antes se mataba a tontas y a locas. La evolución del hombre, el desarrollo de su raciocinio y el perfeccionamiento de sus sentimientos han provocado que hoy se mate mucho más limpiamente. El violento garrotazo del Cromañón es un lamentable capítulo superado en la Historia del ser humano, hoy capaz de aniquilar a su semejante con métodos notablemente más delicados, rápidos y eficaces. De la cachiporra a la pistola inteligente hay un abismo.

Cuando alguien es capaz de denominar a un arma «inteligente» es que es idiota. El arma es una herramienta que sólo vale para lo que sirve. El problema siempre es quién la empuña. Ese debería ser el inteligente y eso no siempre ocurre. Lo hemos visto esta semana en León, donde para colmo, otros seres supuestamente inteligentes han empleado redes sociales igualmente inteligentes para matar dos veces a una persona. Cuánta inteligencia artificial entre tanta indigencia intelectual.