El futuro
No hay dónde esconderse. No queda lugar ni espacio prácticamente para la intimidad que cada vez desnudamos más a través de las redes sociales, de manera exhibicionista a veces, y de modo inconsciente, sin tener en cuenta lo que ponemos sobre la mesa de la carnaza internáutica.
No hay dónde esconderse. No queda lugar ni espacio prácticamente para la intimidad que cada vez desnudamos más a través de las redes sociales, de manera exhibicionista a veces, y de modo inconsciente, sin tener en cuenta lo que ponemos sobre la mesa de la carnaza internáutica.
No hay dónde esconderse. No queda lugar ni espacio prácticamente para la intimidad que cada vez desnudamos más a través de las redes sociales, de manera exhibicionista a veces, y de modo inconsciente, sin tener en cuenta lo que ponemos sobre la mesa de la carnaza internáutica.
Y si llevas un móvil contigo, ya eres otra estrella localizada en la galaxia de los seres “anónimos” que deambulamos por el mundo.
Es como si la exclusión voluntaria de esa tecnología en la vida de alguien le hiciese desaparecer, pero ¡qué va!. Solo el hecho de pasear por la calle, de conducir por una carretera, de entrar en un centro comercial, de usar el transporte público o de meterte en un bar, te pone en el objetivo de la cámara incansable que no para de grabar todo lo que sucede, como si existiera una vida real y otra en paralelo dentro de los archivos de vídeo de los gigantes discos duros que lo almacenan todo.
Y más allá, desde el espacio, el cielo invisible cuajado de ojos controlados desde los despachos de las agencias militares, miran a la tierra con un zoom que puede ver el fideo de tu sopa, la caries de tu muela, o encontrar las puñeteras llaves que suelen esconderse cuando más lo necesitas.
Tírate un pedo y una cámara que detecta la temperatura hará saltar todas las alarmas en la CIA, si es que eso fuese lo que ellos quieren.
Pero lo más terrorífico de esta cuestión, de la que la inmensa mayoría de la gente disfruta y le hace sentirse más “segura”, es que hay aparatos voladores no tripulados, “drones”, dirigidos siempre por intereses de gente poderosa que pueden hacerte una visita a domicilio, con un regalito explosivo si eres “non grato”.
Como dicen los del PP, “lo que está en juego es el futuro”. Nos ha jodío.