Un punto de inflexión
El ciclo político de las grandes mayorías ha concluido. Treinta y cinco años después, y a pesar del sistema, de las gigantescas redes clientelares y del control absoluto de medios públicos y privados, el bipartidismo se resquebraja.
El ciclo político de las grandes mayorías ha concluido. Treinta y cinco años después, y a pesar del sistema, de las gigantescas redes clientelares y del control absoluto de medios públicos y privados, el bipartidismo se resquebraja.
El sistema electoral vigente, fruto de la particular coyuntura histórica que lo vio nacer, fue diseñado ad hoc para establecer en España un régimen bipartidista de dos grandes fuerzas que, al estilo de los viejos gobiernos de Cánovas y Sagasta, fueran turnándose en el poder sin mayores sobresaltos. Treinta y cinco años después, y a pesar del sistema, de las gigantescas redes clientelares y del control absoluto de medios públicos y privados, el bipartidismo se resquebraja. El ciclo político de las grandes mayorías ha concluido. Y es probable que el ciclo vital de los partidos que ostentaban esas grandes mayorías también. No será el domingo, ni en las próximas elecciones, pero sí a largo plazo.
Algo similar ocurrió en los años noventa en Italia, donde el hastío que generaban las viejas formaciones obligó a todo el espectro político a reciclarse, regenerarse y abrir todas las ventanas de Roma. En nuestro país el punto de inflexión puede producirse el próximo domingo. Y en el estabilshment lo saben. Por eso ignoran la corrupción, por eso se entregan al “perfil bajo” en esta campaña, por eso el discurso del miedo a “romper las grandes mayorías”, y por eso las apelaciones desesperadas a la gran coalición. A no perder las prebendas. A no bajarse del trono.
Emergen desde la izquierda nuevas formaciones políticas que, contra todo pronóstico, se abren paso en cada nueva convocatoria a las urnas. Desde opciones de corte marxista-populista como Podemos, hasta otras de orientación socialdemócrata como Ciudadanos o UPyD.
La aparición de Vox rompe por primera vez el monopolio del Partido Popular en su espectro ideológico. Ya existe, en el centro derecha, alternativa al Partido Popular. Ya existe en España ese partido liberal-conservador al que Mariano Rajoy invitaba a marcharse a los díscolos. Ese partido es Vox y aspira a ocupar el enorme vacío que la dirección del PP, instalada en el estrategia socialdemócrata, ha dejado en la derecha.
En Génova no se creen sus propias encuestas, esas que colocan a Vox extramuros del Europarlamento. No se entiende si no la batería de calificativos que nos dedican. De “traidores”, nos tacha Villalobos; “fuerzas extrañas” Gallardón; “grupúsculos” la alcaldesa de Valencia, e “irrelevantes” el presidente del Gobierno. No está mal para un partido sin posibilidades el próximo domingo.