El futuro está en el aire
Un piano a orillas del East River, un rey que abdica y cinco eurodiputados viajando a Bruselas dispuestos a poner el sistema patas arriba (gracias). Qué tiempos de cambios. Qué protestones estamos. Qué despertar ruidoso y movido. Cuántas cosas fuera de sitio.
Un piano a orillas del East River, un rey que abdica y cinco eurodiputados viajando a Bruselas dispuestos a poner el sistema patas arriba (gracias). Qué tiempos de cambios. Qué protestones estamos. Qué despertar ruidoso y movido. Cuántas cosas fuera de sitio.
Un piano a orillas del East River, un rey que abdica y cinco eurodiputados viajando a Bruselas dispuestos a poner el sistema patas arriba (gracias). Qué tiempos de cambios. Qué protestones estamos. Qué despertar ruidoso y movido. Cuántas cosas fuera de sitio. Qué incertidumbre.
Cuánta esperanza.
El planeta late y aquí algunos empiezan a marearse. Los inmóviles se sujetan a sus certezas prefabricadas, a unas instituciones podridas, a lo que tienen mano. Sus muros han empezado a agrietarse, como todo lo que es de mentira. Y ellos maldicen e insultan y niegan. E imponen recortes y reyes. Y reprimen y derriban. Y obligan y prohíben. Y se agarran a clavos ardiendo forrados de billetes manchados. Pero pronto van a caer, porque su era está empezando a morir.
Adiós inmóviles y miedosos. Es el turno de magos y equilibristas. Retiraos con la cabeza bien baja. Escondeos. No os queremos ni ver. Queremos al bueno por conocer y no al malo ya conocido. Se os acabó el tiempo, la honradez, la razón.
Como cantaban los Scorpions, el futuro está en aire. Ahora toca respirarlo bien lento. Abrir la boca al máximo e inspirar muy profundo. Y cuando vuelva a salir estará transformado en algo desconocido e incierto, como todo lo que es fascinante.