La Literatura: punto de partida del periodista

El Periodismo es un mundo más complejo, entre los negocios y los contenidos; sin embargo, el periodista decide solo, camina solo y observa solo. La realidad está ahí, lista para contarla.

De primera, llamó mi atención la conclusión del director de El Mundo, Casimiro García Abadillo: «La literatura salvará el periodismo». No quiero apresurarme, pero esta proposición tiene una verdad que me obliga a escribir y, sobre todo, a reflexionar. Es más, en el marco de la 73 edición de la Feria del Libro en Madrid y la crisis que afecta este sector, estoy seguro que muchos estudiantes de Periodismo ven esta cita literaria en El Retiro como una inspiración más para confiar en la escritura.

Estudiantes de todas las profesiones y autodidactas del mundo entero escriben cuentos, poesía y teatro, es decir, hacen Literatura desde edades tempranas. Y creo que siempre hay cuatro caminos: los que deciden dedicarse a ella toda su vida; quienes la abandonan por completo; aquellos que la alternan con su profesión, y otros pocos locos que evolucionan a ser periodistas. Evolucionar en el sentido de comprender el quehacer periodístico más rico que el literario, que la realidad y sus problemas cotidianos son una fuente inagotable para la escritura, incluso más que la ficción. Sin quitar mérito, claro.

Por eso, creo que, quienes estudian Periodismo y tienen su base en la Literatura, toleran esa proposición salvadora y permiten llenar de compromiso a esta profesión agobiada tanto por el pesimismo y la frustración.  De contar la ficción a informar la realidad es un paso tremendo, una decisión para siempre. En ese sentido, me parece conveniente citar a Kapu?ci?ski, quien dijo una vez: «No puedo separar al escritor del periodista. Mi único objetivo es escribir, y escribir bien».

Así,  la frase de García Abadillo puede entenderse (o replantearse) mejor en que la Literatura no salvará, sino que ayudará, en primera instancia, al periodista. El Periodismo es un mundo más complejo, entre los negocios y los contenidos; sin embargo, el periodista decide solo, camina solo y observa solo. La realidad está ahí, lista para contarla.