Mano izquierda, cabeza derecha
Parece un príncipe en su trono de líquido amniótico capaz de desplazar al Rey del centro mediático. Del mío, por supuesto, y si a usted aún no le ha seducido es porque no se fijado bien. Es un príncipe preocupado, cierto, con la mano sobre la boca y los nudillos apretados.
Parece un príncipe en su trono de líquido amniótico capaz de desplazar al Rey del centro mediático. Del mío, por supuesto, y si a usted aún no le ha seducido es porque no se fijado bien. Es un príncipe preocupado, cierto, con la mano sobre la boca y los nudillos apretados.
Parece un príncipe en su trono de líquido amniótico capaz de desplazar al Rey del centro mediático. Del mío, por supuesto, y si a usted aún no le ha seducido es porque no se fijado bien. Es un príncipe preocupado, cierto, con la mano sobre la boca y los nudillos apretados, y tal matiz le confiere un paralelismo adulto que anima a pensar.
Ternuras aparte, la imagen del feto es una lección que mueve del sitio a quienes sostienen que sus actos solo les competen a ellos. No es cierto, cada acción implica una reacción ajena a nosotros, más intensa cuanto más cercano sea el vínculo con los demás. Nuestro disgusto preocupa y nuestras sonrisas, se contagian. Llámelo ley de la emoción colectiva.
Por tanto, cómo no iba a afectar el estrés de la madre a esa criatura a la que está unida de un modo tan rotundo. Ella llora, luego él se inquieta. Ella escucha música placentera y él se muestra feliz, e incluso ríe.
Hasta aquí lo obvio de un estudio cuyas conclusiones admiramos, sin embargo detallo algo: el feto contrae la mano izquierda. Para ello habrá estimulado el hemisferio derecho, en proceso de “maduración” pero lo suficientemente preciso como para entender que la emoción negativa del estrés se activa allí. En él anidan las sensaciones y los sentimientos, la intuición y el formidable mundo emocional. Sin embargo desde que nacemos la educación prima el desarrollo del hemisferio izquierdo, con su proceso lógico y su rápida creación del lenguaje. Dialogamos con la vida por medio del hemisferio izquierdo, pero este niño ya nos muestra que el derecho es tan decisivo para desarrollarse como el habla.
A veces hay que desandar lo avanzado para entender dónde erramos. Como desdeñar que sentir es más importante que saber.