#bringbackourgirls, sentimentalismo global
Si la ONU sirviera para algo, cogería con mano firme su resolución 1325, aprobada en el 2000 y no la de Angelina Jolie para alertarnos de la situación de violencia que viven las mujeres en los conflictos armados. Y no piensen que dudo de Jolie.
Si la ONU sirviera para algo, cogería con mano firme su resolución 1325, aprobada en el 2000 y no la de Angelina Jolie para alertarnos de la situación de violencia que viven las mujeres en los conflictos armados. Y no piensen que dudo de Jolie.
Londres ha recibido estos días a expertos de todas las naciones, unidas en una conferencia internacional para la lucha contra la violencia sexual en zonas de conflicto.
Si la ONU sirviera para algo, cogería con mano firme su resolución 1325, aprobada en el 2000 y no la de Angelina Jolie para alertarnos de la situación de violencia que viven las mujeres en los conflictos armados. Y no piensen que dudo de Jolie, solo me irrita un poco que coincida su discurso en la cumbre con el estreno de su última película con la factoría Disney.
En su discurso la embajadora de la ONU dijo que la violencia sexual y sistemática; “es un arma de guerra dirigida a la población civil» que «no tiene nada que ver con el sexo y tiene todo que ver con el poder». Bien dicho, por eso los Boko Haram quieren canjear a las mujeres raptadas en Chibok por un rebaño de vacas y por eso los dueños de las vacas han puesto el grito en el cielo y no se quieren quedar sin vacas.
Asistimos con horror a las noticias sobre las violaciones en la India, sobre los casamientos forzados, sobre las mujeres nigerianas secuestradas por Borok Haram, nos hacen daño las cifras escalofriantes de violencia de género que no solo saltan las alarmas en nuestro país. Se organizan conferencias y nos rasgamos las vestiduras políticamente correctas, pero a parte de selfies pseudosolidarios, hacemos poco más que preparar otra guerra. Esta vez para liberar lo que se pasó anteriormente a sangre y fuego, más que por una razón humanitaria, por una cuestión petrolífera, que es parecido a lo de las vacas.
Nos dejamos llevar por las oleadas de sentimentalismo universal, por activismos glamurosos y por advertencias que solo predican en el desierto de la indiferencia global, esa, parece que sí mueve montañas.