Puertas a la vida

Así imagino yo a Marte, a punto de ser despertada si en la próxima misión, en vez de buscar, llevan agua; y a ver qué pasa.

Lo más parecido que he visto en la Tierra a este paisaje, es el desierto de Argelia, donde hay vida, aunque no lo parezca.

Tras cumplirse un año marciano de la misión del Curiosity, la NASA considera que ha cumplido su objetivo al determinar que «las condiciones de Marte son favorables a la vida microbiana». Yo creo que cualquier superficie puede albergarla, como el barco hundido colonizado por las algas. La vida tiende a caer, y a agarrarse. Probablemente, la vida empezó cayendo. Pero todavía no sabemos qué es la vida, ni qué condiciones es capaz de soportar, ni por cuánto tiempo. Si alguna vez hubo agua líquida en Marte, como así parece, puede que haya vida enquistada.

Recuerdo un musgo que estuvo sesenta años en un laboratorio en uno de esos herbarios que se dejaban en unos armarios que eran como las taquillas de los deportistas. A alguien se le ocurrió echarle unas gotas de agua y el musgo revivió como si hubiera estado durmiendo igual que la princesa de un cuento. Así imagino yo a Marte, a punto de ser despertada si en la próxima misión, en vez de buscar, llevan agua; y a ver qué pasa.

Crick, premio Nobel, consideraba que la vida en la Tierra pudo venir de fuera, ¿por qué no habría de caer también en Marte? Yo no sé si viviré lo suficiente como para asistir a un anuncio que removerá incluso a Darwin, pero a mí la idea actual siempre se me quedó pequeña como cuando construyeron alrededor de mi casa una cerca de madera, estropeando visualmente el paisaje, «me siento encerrada, dije»; así también encierra mi pensamiento la idea de que la Naturaleza empieza y termina en la Tierra. Imposible. No se le pueden poner puertas a la vida.