Física y Química
Desde que Rubalcaba anunciase su marcha de la política no hemos dejado de escuchar eso de «otros vendrán que bueno te harán». Una frase que resume muy bien el sentimiento que estos días comparten a partes iguales los dirigentes del PP y la vieja guardia socialista.
Desde que Rubalcaba anunciase su marcha de la política no hemos dejado de escuchar eso de «otros vendrán que bueno te harán». Una frase que resume muy bien el sentimiento que estos días comparten a partes iguales los dirigentes del PP y la vieja guardia socialista.
Desde que Rubalcaba anunciase su marcha de la política no hemos dejado de escuchar eso de «otros vendrán que bueno te harán». Una frase que resume muy bien el sentimiento que estos días comparten a partes iguales los dirigentes del PP y la vieja guardia socialista.
El proceso abierto en el PSOE inquieta tanto a unos como a otros. Al PP por el miedo a lo desconocido y tal vez por la nostalgia de pensar que «contra Rubalcaba se gobernaba mejor».
Las viejas glorias de Ferraz tampoco las tienen todas consigo porque los candidatos a la Secretaría General parecen apostar claramente por una renovación total. Un escenario en el que los jarrones chinos y los viejos muebles no encajan.
Así que estos días son muchos los que deambulan como pollo sin cabeza, buscando un hueco al lado de la generación que está por venir. El elegido no lo tendrá fácil porque manejar un partido con más de cien años de historia requiere buenas dosis de mando y sobre todo mucha diplomacia.
Ni Rubalcaba pudo sostener las riendas de una maquinaria a la que le empiezan a salir averías por todas partes, y eso que el incombustible profesor de Química Orgánica ha podido echar mano de sus dotes como atleta.
Ha sido corredor de fondo cuando la situación lo requería, y velocista con reflejos en las carreras más complicadas. Pero ni con esas.
Tal vez el problema del PSOE sea la falta de Física y Química. Dos materias fundamentales, también en política.
El PSOE perdió la Física y el músculo hace ya mucho tiempo, y para Alfredo Pérez Rubalcaba ha sido duro mantenerse en la contienda con el talón de Aquiles seccionado. Su última etapa en el gobierno Zapatero fue un lastre desde el principio y no caló su intento de «nueva etapa». Es decir: que el socialismo hoy por hoy carece de un líder fuerte que guíe, entrene y fortalezca el tejido regional, y eso le está empezando a pasar factura.
Al mismo tiempo tampoco disfruta de buena química entre militantes, aparato y electorado. Las cicatrices del último congreso todavía escuecen y las viejas heridas han podido más que las improvisadas tiritas políticas.
Así que, mientras Rubalcaba vuelve a la Facultad y a su laboratorio, en Ferraz hacen lo propio con su experimento de primarias. En esta primera ronda, el éxito ha sido más bien discreto. Falta entusiasmo entre la militancia y eso se ha visto reflejado en el número de avales recabados por los aspirantes al trono socialista.
De momento hay partido y quedan dos largas semanas de campaña para ver si los precandidatos obran el milagro. Los menos optimistas miran por el retrovisor y todavía piensan: ¿Y si volviera Bono?