Yo, mi, me, conmigo
La ley del silencio se ha implantado en las calles de Bagdag. Nadie cuenta nada, nadie ve nada y por supuesto, nadie sabe nada. Hacen oídos sordos a todo lo que pasa a su alrededor.
La ley del silencio se ha implantado en las calles de Bagdag. Nadie cuenta nada, nadie ve nada y por supuesto, nadie sabe nada. Hacen oídos sordos a todo lo que pasa a su alrededor.
La ley del silencio se ha implantado en las calles de Bagdag. Nadie cuenta nada, nadie ve nada y por supuesto, nadie sabe nada. Hacen oídos sordos a todo lo que pasa a su alrededor. Es la única forma de salvar el pellejo. Se ha implantado la ley del silencio y del más fuerte. Los miembros del Daash y las milicias chiitas se visten de negro. Cualquiera puede ser uno de ellos, así que es mejor mirar hacia otro lado cuando suceden cosas como esta.
27 mujeres. 27 presuntas prostitutas han sido asesinadas. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Y si lo saben, prefieren no decirlo. Los extremistas, no contentos con llevarse por delante la vida de estas chicas, quisieron firmar la hazaña, dejando en la puerta una pintada que rezaba: “este es el destino de cualquier prostituta”. Deciden el destino de las personas sin saber la historia que cada una tiene detrás. Estas mujeres seguro que no se dedicaban a la prostitución por gusto, sino por necesidad. Quizá tuvieran hijos a los que alimentar, o padres enfermos a los que cuidar. Pero eso, a ellos, les importa más bien poco. ¿Cómo ha llegado Irak hasta este extremo? Ya no se respeta nada. Ni siquiera la vida. Cada uno intenta salvar lo que es suyo: su familia. Lo demás no importa. “Yo, mi, me, conmigo”.
27 mujeres han sido asesinadas. El cómo no importa, ni siquiera el cuándo o el dónde. Solo importa el porqué. Eran prostitutas. ¿Se lo merecían? Algunos creen que sí.