Agujeros negros en la seguridad de los niños
Es una de esas noticias de las que te tienes que leer varias veces el titular y luego comprobar que no es una broma de algún bromista de internet sin gracia y aburrido.Al menos 35 empleados del Parque Disney World de Florida han sido detenidos en Estados Unidos desde 2006 en relación con casos de abusos a menores.
Es una de esas noticias de las que te tienes que leer varias veces el titular y luego comprobar que no es una broma de algún bromista de internet sin gracia y aburrido.Al menos 35 empleados del Parque Disney World de Florida han sido detenidos en Estados Unidos desde 2006 en relación con casos de abusos a menores.
Es una de esas noticias de las que te tienes que leer varias veces el titular y luego comprobar que no es una broma de algún bromista de internet sin gracia y aburrido. Al menos 35 empleados del Parque Disney World de Florida han sido detenidos en Estados Unidos desde 2006 en relación con casos de abusos a menores y posesión de pornografía infantil.
Lo hemos conocido a través de una investigación de la cadena CNN, que ha tenido acceso a numerosos informes policiales y judiciales. A esa lista del horror de la condición humana hay que añadir trabajadores de Universal Studios y de SeaWorld, parques recreativos a los que es habitual que los niños acudan acompañados de sus padres.
Llama la atención que en un país que enfrenta y persigue de manera tan activa a estos depredadores sexuales –así se les conoce por aquí- pueda producirse una agujero tan exagerado en la seguridad de estos lugares creados expresamente para la felicidad de los pequeños. Desde que llegué a vivir al sur de Florida, me llamó la cantidad de información que tenemos los padres sobre los “sexual offenders” que viven cerca de mi casa o de la escuela de mis hijos.
Los colegios te envían listas con fotos y direcciones, la información está disponible en la web de la Policía local y hasta existen aplicaciones móviles que te alertan de la cercanía de uno de estas personas. La persecución de la autoridades es tal que hace unos años, la Comisión del condado de Miami Dade aprobó una ordenanza por la que se prohibía vivir a un grupo de “depredadores” a menos de 700 metros de cualquier lugar donde hubiera habitualmente niños. 66 que habían cumplido parcial o totalmente su pena acabaron literalmente viviendo bajo un puente, el de Julia Tuttle, una de las vías de acceso al glamouroso Miami Beach.
Una noche, acompañado de un compañero camarógrafo, compartí unas horas con ellos bajo el puente de la vergüenza. El denominador común era que todos se declaraban inocentes. Sólo uno me confesó que el cariño a su hijastra “le había confundido”.
Más allá de lo absurdo de la historia del puente que evidencia el fracaso de una administración incapaz de enfrentar un problema, hay que tener claro que la amenaza es real y que tenemos poner todos nuestros sentidos a trabajar para proteger a nuestros hijos. Nadie velará con más interés que nosotros para ello.