Luminosa humanidad
De vez en cuando con menos frecuencia de la que nos gustaría se estrena alguna película que te reconcilia con el ser humano, te despereza la esperanza y hasta te puede cambiar el paso.
De vez en cuando con menos frecuencia de la que nos gustaría se estrena alguna película que te reconcilia con el ser humano, te despereza la esperanza y hasta te puede cambiar el paso.
De vez en cuando —con menos frecuencia de la que nos gustaría— se estrena alguna película que te reconcilia con el ser humano, te despereza la esperanza y hasta te puede cambiar el paso. Esta semana se estrena en España una de ellas: “Las vidas de Grace”, escrita y dirigida por el poco conocido cineasta hawaiano Destin Daniel Cretton (“Drakmar: A Vassal’s Journey”, “I Am Not a Hipster”), y ganadora del Premio del Público en una docena de festivales internacionales, entre ellos, la Seminci de Valladolid 2013.
Ampliación de un cortometraje de 2008, esta fresca y conmovedora película indie sigue los pasos de Grace (Brie Larson), una inteligente y sensible veinteañera que trabaja como supervisora en Short Term 12, un centro californiano de acogida temporal para niños y adolescentes con experiencias traumáticas. El ingreso en la residencia de Jayden (Kaitlyn Dever), una rebelde adolescente, obligará a Grace a afrontar de una vez por todas sus propios conflictos existenciales, que están debilitando su abnegado trabajo y enturbiando la relación con su cariñoso novio Mason (John Gallagher Jr.), que trabaja con ella.
Además de una fresca puesta en escena realista, “Las dos vidas de Grace” goza de unas interpretaciones excelentes, que inundan de apabullante veracidad un guion de gran intensidad dramática y con lúcidos enfoques antropológicos y morales. Así, al ritmo de una sugerente banda sonora, Cretton propone sin complejos respuestas audaces, luminosas y trascendentes a los sangrantes desafíos de la pedofilia, los abusos paternales, la ausencia de los padres, la soledad ante el sufrimiento, la desesperación… Y hasta responde a la deshumanizadora cultura del aborto con una preciosa exaltación de la maternidad y la paternidad, de ese amor generoso, radical, universal, revolucionario…, que afortunadamente todavía mueve el corazón de millones de personas en todo el mundo.
