THE OBJECTIVE
Gerardo Cabrera Campos

¿De qué puede servir un juguete?

Sufrimiento, soledad, suciedad, soberanía, silencio, saqueo. Estas palabras me vienen a la mente cuando veo las imágenes y los videos sobre el país más joven del mundo: tres años en busca… ¿de qué?

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¿De qué puede servir un juguete?

Sufrimiento, soledad, suciedad, soberanía, silencio, saqueo. Estas palabras me vienen a la mente cuando veo las imágenes y los videos sobre el país más joven del mundo: tres años en busca… ¿de qué?

Sufrimiento, soledad, suciedad, soberanía, silencio, saqueo. Estas palabras me vienen a la mente cuando veo las imágenes y los videos sobre el país más joven del mundo: tres años en busca… ¿de qué? El problema es el siguiente: Sudán del Sur vive una guerra civil en la que sus dos tribus mayoritarias, Dinka y Nuer, están enfrentadas: Salva Khir y Riek Machar se enemistaron. “Todas las posibilidades de reconciliación han fracasado”, dice Sadiq Al-Mahdi, ex primer ministro de Sudán, en una entrevista para El Mundo.

Un país nuevo dividido, una población herida que quizá ni se imagina cómo es que cambió todo desde aquel 9 de julio del 2011 cuando la esperanza y el futuro regocijaba a todos en una palabra: independencia. Pero ahora no. Ahora lo que reina es el caos. Observo a una niña sentada en una tienda de campaña de Médicos sin Fronteras: ¿De qué sirve un juguete? El sufrimiento y el miedo eliminan la felicidad hasta el punto de quemar la inocencia infantil. Su mirada lo dice todo: fría, inquisidora, atormentada, esperando la muerte.

No escribo siendo pesimista. Trato de reflejar lo que sentiría cualquiera si pisara esos lugares. ¿De qué sirve, entonces, la independencia? Los más afectados siempre son los niños. Un 60% de la población sursudanesa es menor de 18 años. La desnutrición, la hambruna y la falta de educación: una claro manifiesto de que la infancia se pierde, la infancia es robada en estos muchachos. ¿Qué pensarán, qué se imaginarán? ¿Verán en un juguetito la fuente mínima de diversión?

Se habla de ayuda insuficiente, de falta de presión internacional. Sin embargo, existen acciones nobles, como las de Luol Deng, jugador de la NBA y sursudanés, quien con su fundación ayuda a Sudán de Sur. Como él, miles de niños sufrieron y sufren las perversidades de una guerra. Pero logró salir y triunfar: ahora regresa con las manos llenas a los suyos, gracias a Dios o a quién sea.

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