Fango

Podríamos hacer estas carreras de snorkel en las profundas ciénagas de las cajas quebradas, los lodos de la Gurtel y las autopistas rescatadas.Los nadadores chapotearían entre montañas de contratos a dedo en un barrizal de aforados a medio imputar.

Habría que traer a España esas carreras en el barro que entusiasman a galeses, australianos e irlandeses en las que un grupo de intrépidos nadadores en chancletas compiten anualmente para ver quién es capaz de atravesar un lodazal en menos tiempo.

No sería difícil encontrar superficies patrias para albergar semejante certamen. Y no sé qué tal serán el barro australiano o el irlandés, pero aquí abundan variedades de sobra donde elegir. Tenemos fangos financieros, fangos políticos y sindicales y hasta fangos molt honorables.

Podríamos hacer estas carreras de snorkel en las profundas ciénagas de las cajas quebradas, los lodos de la Gurtel y las autopistas rescatadas. Las chanclas de los nadadores chapotearían entre montañas de contratos a dedo en un barrizal de aforados a medio imputar.

No faltarían políticos mostrando a diestro y siniestro, pero que muy siniestro, cajones llenos de facturas bastardas y vergüenzas de ésas de las que se escriben con b. Nosotros tapamos esto, pues nosotros hundimos aquello. Pasen y vean. Aquí el experto en recalificar, ahí un parque temático que no funcionó y allá a lo lejos el crédito impagado que lo financió. Cómo no imaginarlos aireando méritos de sobra para llevarse la sede de algo, aunque fuera la de esta improbable carrera del fango.

Pero los aficionados a los lodazales tendrán que darse prisa en presentar candidatura, no sea que las promesas de regeneración y transparencia vayan a servir de algo y acaben con este vergel de lodos a medio aflorar. Aunque, de momento, no tienen de qué preocuparse. La regeneración, como decía aquél, son solo unos hilillos.