El pujolato
Una cosa es tener a Cataluña en cuenta y otra, tener la cuenta en Cataluña. Ese es uno de los principios fundacionales del Pujolato. El Pujolato es el régimen que se preocupó por personalizar en su líder la esencia de una comunidad.
Una cosa es tener a Cataluña en cuenta y otra, tener la cuenta en Cataluña. Ese es uno de los principios fundacionales del Pujolato. El Pujolato es el régimen que se preocupó por personalizar en su líder la esencia de una comunidad.
El parecido entre la imagen superior y las elegantes carreras de Ascot es el mismo que existe entre el apelativo honorable y Jordi Pujol. Distinguir en la foto briosos corceles montados por jockeys pulcramente ataviados, ante un público vestido por los más distinguidos diseñadores, equivale a ver en Pujol un tipo decente. Y sin embargo, ese ilusorio milagro se obró durante décadas.
Una cosa es tener a Cataluña en cuenta y otra, tener la cuenta en Cataluña. Ese es uno de los principios fundacionales del Pujolato. El Pujolato es el régimen que se preocupó por personalizar en su líder la esencia de una comunidad. Los aires de grandeza fueron soplando cada vez con más fuerza, inculcando en la población la idea de que para ser más catalán hay que ser menos español. Los urdidores de la estrategia pretendían que los españoles de Cataluña sólo se sintiesen catalanes. Lo que han logrado es que se sientan defraudados. Pujol puede estar satisfecho. Jamás se habló tanto del dinero de Cataluña. De ese que, según decían, les había robado España, y que actualmente florece en Suiza y en Andorra.
Ahora, confirmamos la sospecha de que lo único que les importaba de la bandera es la tela. Tras la falsa aspiración de ser capital del Estado ocultaron la preocupación por el estado de su capital. Y así, como los charlatanes clásicos, mientras distraían la atención con la lengua arrimaban la mano a los bolsillos.
Imbuido en su propio suicidio político, el heredero del Pujolato asegura sentir compasión por su mentor. Por quien tendría que sentir pena es por el conjunto de los catalanes, burdamente engañados no sólo por la ocultación de sus cuentas, sino por la divulgación de sus cuentos.