Esta España nuestra...
Somos un país de pícaros como ya escribían nuestros clásicos. Cualquier extranjero no comprendería estas situaciones. Bueno, ni estas situaciones ni otras muchas cosas. Como cantaba Cecilia Mi querida España, esta estaña nuestra…
Somos un país de pícaros como ya escribían nuestros clásicos. Cualquier extranjero no comprendería estas situaciones. Bueno, ni estas situaciones ni otras muchas cosas. Como cantaba Cecilia Mi querida España, esta estaña nuestra…
Leo algunas crónicas que sobre esta España nuestra escriben los corresponsales y enviados especiales y se me ponen los pelos de punto. Ya sé que los de la cabeza no, que no tengo, sino los del resto del cuerpo. En todo caso es una forma de hablar. Describen a diario un país corrupto en extremo, lleno de problemas, con un paro extremo y unas perspectivas de un futuro halagüeño ciertamente lejano. Aznar no se atrevería a decir ahora aquello de “España va bien” ni harto de copas. Sobre todo porque España no va bien, aunque vaya mejor.
El nuestro es un país peculiar. Mientras las páginas de los periódicos se llenan con la historia del “Muy Honorable” Pujol y sus andanzas financieras ante la sorpresa inmensa de sus correligionarios y del resto del país, los aficionados aplauden a Messi al salir de los juzgados donde ha sido acusado de defraudador, cualquier operario que hace una chapuza en casa pregunta sin ruborizarse si hay que poner el IVA en la factura, y cualquiera de nosotros, si cualquiera, si puede colársela a Hacienda, pues lo hace sin el menor rubor. Somos un país de pícaros como ya escribían nuestros clásicos. La policía advierte estos días de que nada de rellamar la llamada perdida de un número 905 porque es una de tantas estafas como se realizan mediante el teléfono móvil. El ingenio al servicio del mal. Increíble.
Cualquier extranjero no comprendería estas situaciones. Bueno, ni estas situaciones ni otras muchas cosas. Por ejemplo, algunas de nuestras fiestas, como la de la localidad gallega de Ribarteme donde celebran la fiesta del “Funeral de los difuntos» en honor a Santa Marta, y donde las personas que creen haber escapado “milagrosamente” de alguna enfermedad procesionan por el pueblo metidas en un féretro a hombros de sus paisanos. Verdaderamente tétrico ese paseo de féretros con los vivos dentro.
Como cantaba Cecilia “Mi querida España, esta estaña nuestra…”