THE OBJECTIVE
Paula Corroto

Prohibido madrugar

¿Madrugar cuando uno podría estar en la cama hasta las tantas? ¿Por qué se sigue poniendo el despertador, uno de los monstruos más infames de toda la historia de la humanidad, cuando no hay ninguna necesidad?

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Prohibido madrugar

¿Madrugar cuando uno podría estar en la cama hasta las tantas? ¿Por qué se sigue poniendo el despertador, uno de los monstruos más infames de toda la historia de la humanidad, cuando no hay ninguna necesidad?

El ayuntamiento de Calp (Alicante) ha prohibido bajar a la playa antes de las 9.30 horas para colocar la toalla y así reservar sitio. Y me parece muy bien. Lo que no entiendo es que se haya llegado al extremo de tener que promulgar esta ordenanza municipal: ¿acudir a la playa antes de esa hora en plenas vacaciones? ¿Madrugar cuando uno podría estar en la cama hasta las tantas? ¿Por qué se sigue poniendo el despertador, uno de los monstruos más infames de toda la historia de la humanidad, cuando no hay ninguna necesidad?

Quizá no es más que un síntoma –o consecuencia- de los tiempos en los que vivimos: trabaja, trabaja, haz, haz. Ten una jornada de 24 horas, 7 días a la semana, 365 días al año. Estados Unidos exportó aquello de los comercios 24/7 y en Europa no hemos tardado en copiarlo. ¡Viva la liberalización de los comercios!, dicen algunos. Así podrás comprar a las 12 de la noche, magnifican otros. Aún a costa de que haya trabajadores mal pagados currando a esas horas para que tú puedas comprar ese litro de leche que se te olvidó el día anterior.

Luego están los smartphones que te permiten, atención, ver tu correo siempre que quieras y cuando quieras. Acceder en todo momento a las redes sociales. Estar co-nec-ta-do. Pero, si uno está de vacaciones, ¿por qué debería contestar un email laboral? Es más, ¿por qué debería contestar cualquier email? ¿Por qué parece que ya no podemos, simplemente, desaparecer cuando toca? Yo quiero un Smartphone que sea un poquito más tonto y me deje en paz, al menos durante un par de semanas.

Hay varios libros que elogian la pereza y el descanso. Incluso como motor de la economía. Uno de ellos, muy reciente, es el Manifiesto definitivo contra la enfermedad del trabajo, de Tom Hodkinson, en el que relata la buena vida de Lord Byron, Bertrand Russell o John Lennon. Y no es que hayan sido, precisamente, poco prolíficos en su obra. También Corinne Maier con su Buenos días, pereza apostaba por una existencia más relajada y por la desconexión. Por supuesto, tenemos al fundacional Henri Thoreau y a Paul Lafargue, que inspiró el derecho a la pereza para evitar la superproducción, el super crecimiento y los males en los que ahora habitamos.

Así que, si están de vacaciones, apaguen el despertador y el móvil. Duerman y descansen. Su cuerpo se lo agradecerá y quizá eso que llamamos ‘sistema’ también.

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