Impasibles
Su supervivencia pasa por apostatar de su fe y convertirse a la doctrina islamista. Detrás la mano de la Yihad pero frente a ellos, y en pleno siglo XXI, las espaldas de una comunidad internacional que ni siquiera se avergüenza de mirar tanta barbarie en sus periódicos.
Su supervivencia pasa por apostatar de su fe y convertirse a la doctrina islamista. Detrás la mano de la Yihad pero frente a ellos, y en pleno siglo XXI, las espaldas de una comunidad internacional que ni siquiera se avergüenza de mirar tanta barbarie en sus periódicos.
Hace días que estas imágenes se van dejando caer en lo cotidiano, pues el drama adquiere carácter rutinario al repetirse. Entre bombardeos en Gaza y la masacre del ébola se han deslizado capturas de familias enteras o de hombres y mujeres solos perdidos en mitad de un inquietante entorno lunar. No hay casas, no hay vehículos, no existe vegetación, a su alrededor ni una mala sombra. El paisaje –hasta este término parece impropio para tanta fealdad- pertenece a los montes de Sinyar, una tierra fronteriza al norte de Irak que no querría ni regalada. Bien, sepamos que allí se está produciendo un genocidio de libro aunque quede demasiado lejos de esta impasible Europa para que nos encoja el corazón.
¿De nuevo el viejo problema kurdo? me pregunto. No exactamente, son yazidíes y hay que tirar de Google para entenderlo. El pueblo yazidí es una minoría religiosa dentro de la etnia kurda. Antigua, muy antigua, anterior al islam, con su Dios y sus arcángeles, sincrética -de ahí que me permita paralelismos con el cristianismo porque ellos mismos no los tomarían mal-, que cree en la redención, el bien y el mal, el perdón de los pecados, la vida eterna, Amén. Igual daría si no fuera así porque cada uno es libre de creer en lo que quiera.
No son los dogmas de fe los que están el juego sino la libertad de elegir, y a los yazidíes no se les reconoce ni el derecho a pagar –sí a cristianos o chiíes- para así poder practicar su religión. Su supervivencia pasa por apostatar de su fe y convertirse a la doctrina islamista. Detrás la mano de la Yihad pero frente a ellos, y en pleno siglo XXI, las espaldas de una comunidad internacional que ni siquiera se avergüenza de mirar tanta barbarie en sus periódicos.