Lobos de abejas
Es el cuento más viejo del mundo, llevado hasta nuestros días, donde la Tierra ya no sólo da vueltas, sino que centrifuga las especies.
Es el cuento más viejo del mundo, llevado hasta nuestros días, donde la Tierra ya no sólo da vueltas, sino que centrifuga las especies.
Es el cuento más viejo del mundo, llevado hasta nuestros días, donde la Tierra ya no sólo da vueltas, sino que centrifuga las especies.
Avispas que jamás hubieran podido saltar sus barreras biogeográficas, arriban de polizón en otro nicho, donde sus enemigos naturales no han navegado, por lo que se multiplican a la velocidad del rayo, sin que nadie pueda detenerlas.
Manejar a las especies alóctonas, es como jugar a aprendiz de brujo, teniendo además en cuenta que nadie en la historia de la humanidad ha conseguido exterminar jamás a ninguna especie de insecto, pues llevan en su cuerpo la fórmula de mayor éxito de la Naturaleza, que es la del cuerpo dividido en tres partes: cabeza, tórax y abdomen.
Y es en el abdomen en el que tenemos que fijarnos para distinguir a las dos especies de grandes véspidos con los que ahora convivimos: la avispa que vino de fuera, la alóctona, que es la avispa asiática (Vespa velutina) cuyo abdomen es oscuro como un mal presagio; y la autóctona, que es el avispón o crabrón (Vespa crabro) de abdomen con dibujos amarillos y rojos como el sol. Saber distinguirlas es importante porque nuestro avispón es el único competidor natural que tiene por ahora la avispa asiática.
Ambas especies son pacíficas si no se incordia en sus nidos de papel, y las dos son amantes de la fruta madura de los huertos. Pero donde causan más estragos es en las colmenas, porque el dulzor lo toman en diferido del cuerpo de las abejas, a las que quitan la cabeza, que es la parte que no les interesa, porque no es dulce.
Empero será con la cabeza con la que tendremos que decidir cómo resolver este lío de especies para que no nos pase como con el lobo, y pongamos en peligro de extinción al avispón autóctono.
Puede que algunas aves, como los pájaros carpinteros, resuelvan al final las cosas.
La Naturaleza suele gestionarse bien a sí misma.