Azul nocturno

Esta langosta que una niña ha capturado en Maine tiene sobre su caparazón, más que el azul marino, un azul nocturno de cielo estrellado sin luna en verano.

Esta langosta que una niña ha capturado en Maine tiene sobre su caparazón, más que el azul marino, un azul nocturno de cielo estrellado sin luna en verano.

Habría que preguntarse no por qué esta langosta es azul, cosa por otro lado ya resuelta por los científicos que han dicho que se trata de una mutación genética, sino por qué las demás langostas son rojas.

En general, los crustáceos decápodos tienen tonos rojizos y pardos para confundirse con las rocas tapizadas de vida marina del fondo en cuyas huras se esconden, asomando sólo las antenas en el caso de las langostas; pero en muchos otros crustáceos hay, como si fuera un recuerdo, o el requisito de una novia, algo azul, ya sea en las patas del camarón, en la cabeza de la langosta canaria, o en el caparazón cuando está bajo el agua del lubrigante gallego, como si antes de rojos, o pardos, hubieran sido azules.

Remite un poco este sucedido al del melanismo industrial que se produjo a principios del XIX en Londres con una mariposa que tiene dos variedades: una blanca y una negra; la blanca mucho más abundante al principio por mimetizarse con el tronco, refulgente y claro, de los abedules. Después, la contaminación tiñó de negro la corteza y la variedad blanca se veía tanto que prosperó la versión oscura, al verse favorecida por las circunstancias.

Pero, ojo, las especies no eligen ni su vida ni su forma ni su color ni su destino. No decide la langosta: voy a ser azul, voy a ser roja. Es la Naturaleza la que ensaya por sucesivas mutaciones infinitos colores y formas, de tal manera que lo que vemos es el resultado de sus ensayos hasta el momento: más langostas rojas que azules, por haberse mimetizado mejor las rojas con el paisaje marino actual.

Me pregunto si esta langosta de la foto habla de un tiempo en el que no había tantas rocas rojizas por el fondo, sino un mar azul, oscuro y frío, en el que las langostas iban vestidas de cielo nocturno.