Todos contra Israel
Resulta vergonzosa la parcialidad de la mayor parte de las noticias, imágenes y comentarios de los medios españoles sobre el conflicto de Gaza. Sobresale la manipulación de la mal llamada Televisión Española. No hay tal conflicto.
Resulta vergonzosa la parcialidad de la mayor parte de las noticias, imágenes y comentarios de los medios españoles sobre el conflicto de Gaza. Sobresale la manipulación de la mal llamada Televisión Española. No hay tal conflicto.
Resulta vergonzosa la parcialidad de la mayor parte de las noticias, imágenes y comentarios de los medios españoles sobre el “conflicto” de Gaza. Sobresale la manipulación de la mal llamada Televisión Española. No hay tal conflicto. Es algo parecido al llamado “conflicto vasco” en España.
En uno y otro caso unas facciones terroristas atacan sistemáticamente a una nación organizada, Israel o España. El ataque se basa en un odio ancestral, primitivo, difuso.Los palestinos son simplemente los descendientes de los árabes que se instalaron hace algunos siglos en el territorio que los hebreos habían considerado suyo desde hace tres mil años. Nunca existió una nación o una cultura palestina, y menos un Estado como tal.
La “autoridad” que domina a los palestinos no es más que una apariencia de Estado, controlado por una banda terrorista: Hamás. Su propósito es ser reconocida como sujeto internacional, con capacidad para negociar de tú a tú con el Estado de Israel. A fe que lo ha conseguido. Por cierto, se establece como modelo para otros casos en los que el Estado es asaltado por bandas terroristas. Ya es desgracia.Resulta difícil comprender por qué en la opinión española ha medrado con tanto éxito la actitud antijudía.
En toda Europa ha sido siempre más bien típica de la derecha, pero en España se ha instalado ahora con preferencia en la sedicente izquierda progresista. Al final, se ha convertido en un dogma nacional. La única explicación psicoanalítica que se me ocurre es que los españoles llevamos más sangre judía en las venas históricas que ninguna otra nación; después de Israel, claro. Los “marranos” siempre han tendido a ocultar su origen, aunque fuera cambiándose el apellido o alardeando de hacer la matanza del cerdo. El mejor disfraz es sumarse al odio contra los judíos.