THE OBJECTIVE
Paula Corroto

Son los impuestos (y la seguridad)

¿Hasta qué punto es realmente un acuerdo entre amigos? Porque aquí hay alguien que sí sale ganando (y yo perdiendo) que es la propia empresa al salir indemne de su pago al fisco.

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Son los impuestos (y la seguridad)

¿Hasta qué punto es realmente un acuerdo entre amigos? Porque aquí hay alguien que sí sale ganando (y yo perdiendo) que es la propia empresa al salir indemne de su pago al fisco.

Si hace un año se hubiera hecho una encuesta sobre nuestros conocimientos de empresas como Blablacar, Uber o Airbnb, el resultado no hubiera sido muy positivo. Hoy, sin embargo, dudo de que haya mucha gente que las desconozca. Han sido noticia en los periódicos y su uso ha aumentado exponencialmente. Yo misma he utilizado los servicios para compartir coche y el alojamiento turístico. Y he decir que muy satisfactoriamente.

La noticia sobre la prohibición de Uber –una app que pone en contacto a conductores para llevar a cabo una especie de servicio de taxi- en Alemania, me despierta, no obstante, algunas contradicciones. Como usuaria, como ciudadana que sufre la situación económica actual, entiendo perfectamente este surgimiento de lo que se llama economía colaborativa: entre todos ponemos en marcha un servicio que nos convenga a todos mediante la tecnología. Transporte y alojamiento más barato. Como si fuera un pacto entre caballeros o entre amigos. Tú ganas y yo gano. Ahora bien, no tengo muy claro que esta frase sea del todo correcta.

La cuestión es que, mientras que Blablacar sí ha comenzado a pagar impuestos –un 21% de IVA que salen del acuerdo monetario entre conductor y pasajero- Airbnb (y no digamos) Uber siguen campando a sus anchas. Cuando utilicé el servicio del alojamiento turístico observé que una parte del coste no iba para el dueño de la casa, sino para la página misma. Enterito y limpio de polvo y paja. Evidentemente puedo cerrar los ojos y pensar que aquí no ha pasado nada, ya que a mí me sigue conviniendo por precios con respecto a la oferta hotelera.

Pero no, porque hay una pregunta que revolotea: ¿hasta qué punto es realmente un acuerdo entre amigos? Porque aquí hay alguien que sí sale ganando (y yo perdiendo) que es la propia empresa al salir indemne de su pago al fisco. Y aún hay más, si, por ejemplo, en esa casa ocurriera un incendio o pasara algo grave, ¿de quién sería la responsabilidad? ¿El seguro? Lo mismo podría ocurrir con el servicio que presta Uber: ¿y si hay un accidente? Además, Uber se lleva por delante licencias y demás.

No creo, por otra parte, que la crítica haya de hacerse a la tecnología. De hecho, está ahí para todos y los sectores aludidos y ahora perjudicados –mucho antes fueron otros, hay que recordarlo- podrían haber puesto en marcha apps en el mismo sentido (la patronal del taxi alemana tiene su propia aplicación). O podría haber dinamizado precios. En fin, echarle la culpa a la tecnología es echársela al empedrado.

Así que, supongo que se trata de responsabilidad social porque lo demás es hacer todos lo que nos dé la gana. Y sí, claro, yo puedo llevar a un amigo en mi coche o le puedo prestar mi casa, pero no le voy a cobrar ni un euro. Lo demás es una falacia, es negocio desleal, y ahí sí que todos no ganamos.

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