Un mundo roto
Esta foto es el reflejo del mundo. La observo y veo la Tierra, resquebrajada en diminutos pedazos. Irak, Ucrania, Afganistán, Siria, Libia incontables estados, regiones, provincias, ciudades o pueblos llenos de secesionismo, guerra, hambre o terrorismo.
Esta foto es el reflejo del mundo. La observo y veo la Tierra, resquebrajada en diminutos pedazos. Irak, Ucrania, Afganistán, Siria, Libia incontables estados, regiones, provincias, ciudades o pueblos llenos de secesionismo, guerra, hambre o terrorismo.
Perfecto, impoluto, transparente… que en medio de la luz se desvanece. Solo quedan irregulares piezas. Cristales rotos.
Esta foto es el reflejo del mundo. La observo y veo la Tierra, resquebrajada en diminutos pedazos. Irak, Ucrania, Afganistán, Siria, Libia… incontables estados, regiones, provincias, ciudades o pueblos llenos de secesionismo, guerra, hambre o terrorismo.
Desintegración de miles de familias que no entienden ni comprenden porque les ha tocado a ellos resistir esa guerra, pasar ese hambre, trabajar de sol a sol o esquivar las bombas. Lo curioso es que nosotros ni nos cuestionamos porque unos escribimos estas líneas con la última tecnología en el centro de una de las capitales de Europa y otros solo pueden resignarse a malvivir con un trozo de pan duro al día.
Volvemos a la foto, calle gris, parece asfaltada. Quizá todavía ha tenido suerte y la guerra no ha roto el pavimento por el que pasea el transeúnte. Quizá el hombre avizora una Ucrania autónoma. Dicen que Putin y Poroshenko han llegado a “opiniones muy similares” lo que podría atisbar un principio de paz. ¿Quizá un sueño demasiado lejano? ¿O una realidad próxima? Solo el tiempo dirá si los ciudadanos ucranianos (y del mundo) pueden disfrutar de una casa con ventanas con un cristalino impecable.