THE OBJECTIVE
Xiskya Valladares

¿Y si dilatamos el “nosotros”?

Cuando se trata de vidas, me duele. Que siete niños mueran en una incubadora por falta de oxígeno parece de película de terror. Si fuera por falta de algún medicamento extraño o algo similar, seguiría siendo inconcebible.

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¿Y si dilatamos el “nosotros”?

Cuando se trata de vidas, me duele. Que siete niños mueran en una incubadora por falta de oxígeno parece de película de terror. Si fuera por falta de algún medicamento extraño o algo similar, seguiría siendo inconcebible.

Cuando se trata de vidas, me duele. Que siete niños mueran en una incubadora por falta de oxígeno parece de película de terror. Si fuera por falta de algún medicamento extraño o algo similar, seguiría siendo inconcebible. Pero por falta de oxígeno no me lo puedo ni creer. Sin embargo en Pakistán ha pasado y está pasando. Otros siete niños más se encuentran en estado crítico por la misma razón.

Una amiga mía nació sietemesina, nadie sabía si sobreviviría o no, pero la vida se abre paso siempre por poco que puede. Y esta niña, además, estaba llamada a algo muy grande. Hoy es monja y además misionera. El bien que ha podido hacer hubiese sido imposible si en la incubadora no hubiese tenido oxígeno, ese del elemento químico y el del cariño que a veces es igual de importante. Está claro que no es el único ejemplo pero sí el más cercano a mí.

Y puede que alguien al leerme esté pensando qué nos va a nosotros lo que hagan con los niños prematuros en Pakistán, que no podemos solucionar los problemas del mundo, que bastante tenemos con nuestros problemas familiares y locales. Lo único que me sorprende ante estas objeciones es la hipocresía de preocuparnos “solidariamente” por unos temas y no por otros como éste. Que si el bebé fuera uno de los nuestros o lo viéramos por televisión, seguro que sería comentario indignado de más de una tertulia mediática y reunión familiar. Pero los “nuestros” se reducen a los que tenemos cerca y el corazón se nos va haciendo cada vez más pequeño. Aunque nos encante autodefinirnos como solidarios y defensores de las injusticias.

Ojalá supiéramos dilatar el “nosotros”. Ojalá fuéramos capaces de ensanchar nuestro corazón. Ojalá nos doliera la muerte de cualquier bebé. Cuánta razón llevaba Einstein al decir que “la vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa.”

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