Resulta que soy una infeliz, y yo no lo sabía
Pero no me hagan caso. Quizá dentro de un par de años relea esta columna y me dé de ostias a mí misma. Quizá dentro de un par de años no sea tan feliz como ahora y vea con claridad ese agujero negro que me esperará al cumplir 45. Suerte que, a partir de ahí, llega la remontada. Lástima que el cuerpo no acompañe para entonces.
Pero no me hagan caso. Quizá dentro de un par de años relea esta columna y me dé de ostias a mí misma. Quizá dentro de un par de años no sea tan feliz como ahora y vea con claridad ese agujero negro que me esperará al cumplir 45. Suerte que, a partir de ahí, llega la remontada. Lástima que el cuerpo no acompañe para entonces.
Vaya. Estoy en lo peor. Voy hacia el abismo. Me encamino inevitablemente hacia los 45 años. Que no digo yo que sea una mala edad, de hecho, la cuarentena es una década estupenda. Pero es que según un estudio de la Universidad inglesa de Warwick sólo puedo ser un poco menos feliz cada día. Porque, aseguran, los niveles de felicidad son una curva en forma de U que llega a su vértice mínimo a los 45 años. Yo estoy en 41, así que imaginen, me quedan cuatro años hasta que empiece a remontar. Cuatro años de caída libre. Cuatro años hacia el abismo.
Pues vaya. Soberana tontería. No me entiendan mal, es un estudio científico y eso, elaborado a través de una encuesta a 10.000 sujetos del Reino Unido y Estados Unidos –¿serán los genes anglosajones?-. Así que quizá sea que medio mundo anda metido en la crisis de la cuarentena. O quizá sea que yo todavía no veo venir el agujero. Pero para mí los cuarenta son una de las mejores etapas de la vida. Hemos dejado atrás las tonterías de la veintena y los miedos e inseguridades de la treintena. Tenemos más herramientas mentales para enfrentarnos a la vida. Y el cuerpo, ¡el cuerpo!, todavía nos responde más o menos bien. ¿Por qué deprimirse? Me refiero a ¿por qué deprimirnos todos de golpe?
Pero no me hagan caso. Quizá dentro de un par de años relea esta columna y me dé de ostias a mí misma. Quizá dentro de un par de años no sea tan feliz como ahora y vea con claridad ese agujero negro que me esperará al cumplir 45. Suerte que, a partir de ahí, llega la remontada. Lástima que el cuerpo no acompañe para entonces.