MyTO

Si quiere usted escribir, tenga gatos

Siempre ha habido secretas simpatías entre los gatos, la soledad, los libros y el silencio

Opinión
  • Madrid, 1980. Periodista y escritor, autor de Pompa y circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa y de La vista desde aquí. Una conversación con Valentí Puig. Ha sido durante cinco años asesor en Presidencia del Gobierno. En la actualidad, es director del Instituto Cervantes de Roma.

Siempre ha habido secretas simpatías entre los gatos, la soledad, los libros y el silencio

Siempre ha habido secretas simpatías entre los gatos, la soledad, los libros y el silencio. Véase que los príncipes de este mundo se han hecho retratar con perros y caballos, mientras que el gato quedó para posar en el regazo ronroneante de los cardenales. Es animal de interior, y todavía hoy una biblioteca será más biblioteca si un gato se pasea por entre los volúmenes con indiferencia de dama de bolero.

Colette y Kipling les dedicarían novelistas; Perucho y Pla algún artículo; Gautier habló de ellos y el brillo de asimetría de sus ojos hubiese fascinado a un Jean Lorrain. Los gatos tienen la mejor estirpe literaria, desde el epitafio que le dedicó Petrarca al suyo a la piedad del doctor Johnson hacia Hodge, “a very fine cat, a very fine cat indeed”. Gatófilo ejemplar, Léautaud llegó a acumular más de trescientos en su casa, recogidos aquí y allá, por los arrabales de París. Quizá aquello fuera una exageración, pero Léautaud sabía que –como dejó dicho Karl von Betchen- el gato se parece a lo que los escritores querrían ser. Huxley fue aún más determinante: cuando un joven oxoniense le pidió consejo para iniciar su carrera literaria, se limitó a decirle, “si quiere usted escribir, tenga gatos”. Sí, exageraciones. Pero también la sabiduría de que la mirada de los animales nos devuelve nuestra propia humanidad.