Convocados
Más de un millón y medio de personas formaron una V gigante, colorista y pacífica el pasado 11 de septiembre en dos de las vías principales de Barcelona. Las imágenes dieron la vuelta al mundo por su plasticidad y sobre todo por su significado.
Más de un millón y medio de personas formaron una V gigante, colorista y pacífica el pasado 11 de septiembre en dos de las vías principales de Barcelona. Las imágenes dieron la vuelta al mundo por su plasticidad y sobre todo por su significado.
Mariano Rajoy ha ordenado dos recursos ante el TC para evitar que se realice la consulta catalana del 9N. Dice que lo hace en defensa de los derechos de todos, incluidos los de los catalanes, pero si no dejarnos opinar es la manera que tiene de hacerlo, más vale que deje de preocuparse por nosotros, de verdad.
Más de un millón y medio de personas formaron una V gigante, colorista y pacífica el pasado 11 de septiembre en dos de las vías principales de Barcelona. Las imágenes dieron la vuelta al mundo por su plasticidad y sobre todo por su significado. Más allá de ideologías, la Via Catalana fue un acto masivo, festivo y emocionante. Muy emocionante. Está bien preguntarse de dónde viene todo eso, pero considerar que los que salieron a la calle son borregos adoctrinados y engañados por una clase política que pretende tapar otros asuntos, es una conclusión simplista además de una falta de respeto (otra vez). El sentimiento catalanista existe, no se lo ha inventado nadie. Existe desde hace mucho tiempo y ahora, por X motivos imposibles de enumerar en un artículo corto, crece y se reproduce a marchas forzadas en ciudadanos que sí piensan por sí mismos.
He oído a algun tertuliano decir que todos los que apoyamos la consulta queremos la independencia. Soltar esa falacia y quedarse tan ancho es de una irresponsabilidad pasmosa, pero andamos tan rodeados de falacias y de falta de entendimiento que el camino se estrecha cada vez más. A este tertuliano le diría que lo que queremos los que apoyamos la consulta es votar, dar nuestra opinión, saber qué piensa la gente que nos rodea, ejercer un derecho básico en toda democracia que se precie mediante una consulta que, además, es no vinculante. El miedo a una respuesta nunca debería impedir hacer una pregunta. Y andar tapando bocas es provocar un futuro estallido de gritos.