Mafalda, nuestra contemporánea
Durante décadas, Mafalda, nuestra contemporánea, nos ha ayudado a gritar lo que sigue siendo urgente. Lo que querríamos decir siempre, alto y claro.
Durante décadas, Mafalda, nuestra contemporánea, nos ha ayudado a gritar lo que sigue siendo urgente. Lo que querríamos decir siempre, alto y claro.
“Parece que por el preciso y exacto lapso de un tiempito los lectores que estén hartos de nosotros van a poder gozar de nuestra grata ausencia dentro de muy poco”. Así empezaba a contar Susanita -la de Mafalda, y no harán falta más presentaciones- la despedida de la tira cómica que Quino empezó a publicar hace medio siglo. Fue el 18 de junio de 1973, y exactamente siete días después, un 25 de junio de 1973, Mafalda decía adiós a sus lectores.
Si es que alguna vez llegó a decir adiós.
Un compatriota de Quino, Julio Cortázar, dijo que no conviene confundir lo actual con lo moderno (la frase la conozco por la cita que Ismael Serrano incluyó en uno de sus discos: no quisiera dármelas de leído). Quizá las tiras de Mafalda sean el ejemplo más visual de la verdad que reflejó el autor de ‘Rayuela’. Que haga más de cuatro décadas que Mafalda y sus amigos dejaron de existir y que su humor –y no sólo su humor: su denuncia, lo que tienen de editorial, de enseñanza muchas de las tiras- sea perfectamente contemporáneo no sólo habla del genio de Quino, sino de lo poco que han cambiado algunas cosas. Un ejemplo: Que el ataque de risa de Mafalda tras leer la definición de democracia se siga empleando para ejemplificar las carencias del sistema democrático –y no hablo del 9-N, o no sólo- nos lleva a entender la modernidad del trabajo de Joaquín Salvador Lavado, quizá el autor más citado, aunque sea por la vía interpuesta de sus personajes, del último medio siglo.
Durante décadas, Mafalda, nuestra contemporánea, nos ha ayudado a gritar lo que sigue siendo urgente. Lo que querríamos decir siempre, alto y claro.
Y, definitivamente, sin censu. (Aunque a veces no poda decir por razo que son del domin publi)