Perdida o la forma sin fondo
Muchos andan deslumbrados con Perdida, el nuevo thriller de David Fincher, y lo sitúan entre los grandes filmes de la temporada y hasta de la década. Pero a mí me ha decepcionado.
Muchos andan deslumbrados con Perdida, el nuevo thriller de David Fincher, y lo sitúan entre los grandes filmes de la temporada y hasta de la década. Pero a mí me ha decepcionado.
Muchos andan deslumbrados con ‘Perdida’, el nuevo thriller de David Fincher, y lo sitúan entre los grandes filmes de la temporada y hasta de la década. Pero a mí me ha decepcionado, pues incumple aquella lúcida idea del cineasta ruso Andrei Tarkovski: “Las obras de arte surgen del esfuerzo por expresar ideales éticos, y suponen la ligazón orgánica de idea y forma”.
Poco cabe reprochar a la resolución formal de esta adaptación de la novela de Gillian Flynn, sobre la misteriosa desaparición de una mujer en Misuri, que desata una implacable presión policial, mediática y social sobre su marido. El guion de la propia Flynn mantiene la tensión durante los dilatados 149 minutos gracias a sus bruscos puntos de giro, que van cambiando radicalmente la perspectiva de la intriga. Y Fincher despliega en torno a ellos una poderosa planificación, reforzada por la glacial fotografía de Jeff Cronenweth y la minimalista partitura de Trent Reznor y Atticus Ross. Además, el cineasta de Denver dirige muy bien a sus actores.
Sin embargo, ese apabullante despliegue narrativo y audiovisual está al servicio de una visión desoladora del matrimonio y, en general, de la condición humana, con escasos contrapuntos positivos —la hermana del protagonista, la agente de policía…—, expuesta con obscena morbosidad y excesiva hasta en su certera crítica a la televisión basura. Este enfoque reductivo y deformado debilita la veracidad de los personajes y reduce la capacidad emocional que deberían tener. Queda así un ejercicio de estilo muy vistoso por fuera, pero gélido por dentro, más cercano a ‘Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres’ que a ‘Seven’, ‘Zodiac’ o ‘La red social’, quizás las mejores películas de Fincher. Sobre todo porque aquí no se aprecia ese “esfuerzo por expresar ideales éticos” del que hablaba Tarkovski.