THE OBJECTIVE
Hermann Tertsch

Político culto, hombre libre

Ahí le tienen, sacudiendo al saco de arena, un político noble y libre, que desconoce los complejos y las imposiciones y tabúes en el pensamiento y en el verbo.

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Político culto, hombre libre

Ahí le tienen, sacudiendo al saco de arena, un político noble y libre, que desconoce los complejos y las imposiciones y tabúes en el pensamiento y en el verbo.

Ahí le tienen, sacudiendo al saco de arena, un político noble y libre, que desconoce los complejos y las imposiciones y tabúes en el pensamiento y en el verbo. Un político de carácter y personalidad arrolladora y a un tiempo un hombre de reflexión y pensamiento, un intelectual y en algunos campos de la historia un auténtico erudito. Londres, la ciudad total, siempre merece un alcalde extraordinario.

Los ha tenido a lo largo de los siglos. Y lo tiene ahora en este conservador tan indómito como su rubia melena. Boris Johnson es un torbellino y una caja de sorpresas, de la que surge el hooligan como el hombre del renacimiento. Aristócrata popular, con sangre de reyes ingleses y pachás turcos, ascendencia de las tres religiones del libro, que quizás por pura rebeldía fue a nacer en Nueva York, Johnson es hijo de un político e intelectual conservador y una artista pintora.

El mayor de cuatro hermanos. estudió de niño en Bruselas, después en Eton y Oxford y todo ello, parecía, para convertirse en periodista. No podía ser que todo fuera eso por brillante que fuera y pronto se vio que su recordado paso por The Times o después su colaboración en la gran revista del conservadurismo Spectator eran solo etapas hacia destinos más altos. Ingresó en el Partido Conservador con este en la oposición y pronto formaba parte de los “gabinetes en la sombra”, dedicado a la cultura, a las artes y a la comunicación, en la que más que un experto es un genio.

Ha escrito un libro genial sobre el Imperio Romano, “El sueño de Roma” que fue una celebrada serie televisiva. Ha escrito libros, colabora en revistas, hace guiones y no deja de opinar sobre todo y todos. No siempre le resulta cómodo y él no suele ser cómodo para muchos. Y ahí le tienen en la fotografía dando un buen un golpe con los guantes de ese noble deporte que la sociedad infantil tiranizada por sus correcciones políticas casi ha abolido en algunos países, entre ellos España.

La sociedad española siempre entre las más “paccatas”, las más dóciles y sumisas ante esos dictados de las modas ideológicas. España con sus políticos mediocres y aborregados, pendientes y dependientes siempre del dictado de los capataces que, en sus partidos adocenados, les recompensan la obediencia con un puesto en la lista, un cargo público o alguna otra migaja más o menos suculenta.

En los partidos británicos hay lealtades y tensiones, aunque las sumisiones y obediencias de lacayo existentes en las estructuras de lo partidos políticos en España harían despreciable y sin futuro a cualquiera que las practicara allí. Boris Johnson ha demostrado no ser sumiso a nadie y tener lealtad solo a lo que llama valores británicos y a una visión culta e inteligente conservadora de la política, la historia y el mundo. Es un valiente que ,como alcalde de Londres, la ciudad religiosa y étnicamente más plural del mundo, ha dejado dicho que si las religiones son un impedimento para asumir los valores de libertad, civismo, pluralidad y tolerancia de los británicos, son las religiones las que tienen el problema. Y en este sentido no tuvo ningún reparo en referirse al islam.

Johnson es un valiente. Que se postuló para el cargo de alcalde cuando estaba rodeado de enemigos que lo descalificaban. Hoy a los cincuenta años tan solo, tras seis de mandato y un inmenso éxito en las Olimpiadas, Boris Johnson no desmiente que quiera relevar a un David Cameron que ya parece haber cubierto su cupo de errores. Boris Johnson es un valiente conservador y un hombre libre que igual que boxea por una buena causa contra la marginalidad, luchará contra la mediocridad y la corrección y contra la cobardía que ponen en peligro la civilización occidental y la convivencia en libertad. Quizás desde Downing Street.

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