El Estado del malestar

Los políticos que padecemos están tan desconectados de la realidad, desprecian tanto a la gente que gobiernan que hasta ignoran la monumental indignación social que puede llevarnos a todos al abismo.

Los políticos que padecemos están tan desconectados de la realidad, desprecian tanto a la gente que gobiernan que hasta ignoran la monumental indignación social que puede llevarnos a todos al abismo.

No, señora Bachelet, la gente no se enfada tanto por las diversas opciones de política social o económica cuando se aplican desde el respeto a la legalidad. Lo que enfurece a la gente es descubrir una estafa de décadas, el sutil diseño institucional para favorecer la corrupción, las fortunas amasadas con dinero público robado también en los años en los que la crisis se cebaba con los débiles, el rescate socialista al capitalismo sin ética, el apaño oculto de todos los poderosos, la complicidad de unas oligarquías cuyo consenso se basaba en la impunidad de los ladrones.

No, señor Rajoy, no se trata de pedir perdón porque aquí no hay sólo deudas morales, sino la inmensa deuda impagable que has incrementado de forma brutal y que nos ha hipotecado por generaciones, tú, que por resolver la ruina olvidaste compromisos sagrados para tus votantes, ya no podrás tampoco arreglar la economía.

El Estado de malestar, entérense, es lo que habéis traído vosotros, los políticos centrados en obedecer intereses siniestros ajenos al debate público, los que domináis la justicia para impedir su acción, los que en vez de empresarios fomentáis correveidiles del poder, los que solo llegáis a pactos para seguir robando, los que matáis la democracia premiando a los criminales, los que incumplís vuestro programa electoral, los que sostenéis con dinero público a los medios de comunicación que os adulan, los que, en fin, con tal de seguir manteniendo vuestro entramado corrupto, sois capaces de arruinarnos a todos para siempre.