Victoria completa
Todos queremos ganar. Nadie empieza una partida, un juego, una relación o un trabajo deseando lo contrario. Queremos sentirnos a gusto, felices, sentirnos aceptados, querer y ser queridos.
Todos queremos ganar. Nadie empieza una partida, un juego, una relación o un trabajo deseando lo contrario. Queremos sentirnos a gusto, felices, sentirnos aceptados, querer y ser queridos.
Todos queremos ganar. Nadie empieza una partida, un juego, una relación o un trabajo deseando lo contrario. Queremos sentirnos a gusto, felices, sentirnos aceptados, querer y ser queridos. “¡Para conseguir lo que quieres tendrás que sufrir -nos han dicho-, hacer cosas que no te gusten, luchar, tragar y sacrificarte!”. Pero ¿lo conseguimos? ¿Conseguimos ser felices?
Hay quien deposita su bienestar en manos de personas o cosas que no dependen de él, y quien vincula su felicidad a sí mismo. A lo que está a su alcance. A lo que puede controlar. A cubrir de forma asertiva sus necesidades físicas y emocionales para que estas se traduzcan en sentimientos agradables. Hay quien disfruta recorriendo el camino, y quien prefiere esperar a ser feliz cuando alcanza una meta o cumple un objetivo. Esperar. Esperar a llegar. Esperar a que te valoren y te feliciten. Esperar a tener.
Cada vez son más los que eligen hacer de su vida un camino de aprendizaje constante y consciente en el que compiten contra su antiguo yo para colaborar y compartir mejor con los demás. Valorar lo que tienes, no lo que quieres. Ser ambicioso, no codicioso. Emprender el camino de la sabiduría, que no termina nunca: el de la discreción, la humildad, la honestidad, el de reconocer la propia imperfección, el de controlar los propios impulsos y gestionar las emociones de forma asertiva, el del estudio, aprendizaje y crecimiento diario, el de servir a los demás con alegría y desapego. Un camino, en el que como dijo Gandhi: nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa.
El otro día me explicaron una historia. Tres personas están en una cantera picando piedra. Un hombre se acerca al primero y le pregunta: ¿Qué haces? Y responde: estoy aquí picando piedra como un desgraciado cobrando una miseria que no me da para nada. Nos tratan como a esclavos. Tengo las manos y la espalda destrozadas y lo peor es que no sirvo para hacer otra cosa.
Al segundo trabajador le pregunta lo mismo, a lo que responde: estoy trabajando duro para poder mantener a mi familia y ganar el pan. Son tiempos difíciles. Me encantaría tener otro trabajo pero no estoy en situación de elegir. Ahora toca trabajar mucho y quizá un día consiga cambiar y mejorar mi situación.
El hombre se acerca a un tercer trabajador y le repite la misma pregunta: ¿qué haces? Y el trabajador responde: soy artista, trabajo la piedra y estoy construyendo una catedral. ¿Quién de los tres es más feliz?