University of Barra de Bar
En realidad hay dos lugares en los que pasé la mayor parte de mi juventud: una vieja biblioteca y una desgastada barra de bar. El resto del tiempo, lo malgasté. En ambos aprendí todos los saberes…
En realidad hay dos lugares en los que pasé la mayor parte de mi juventud: una vieja biblioteca y una desgastada barra de bar. El resto del tiempo, lo malgasté. En ambos aprendí todos los saberes…
No tengo un historial académico brillante, de esos que se estilan ahora en LinkedIn, con perfiles poblados de másters, MBAs y todo tipo de vanidades en un florido inglés.
Eso se debe a que no pisé la Universidad. En realidad hay dos lugares en los que pasé la mayor parte de mi juventud: una vieja biblioteca y una desgastada barra de bar. El resto del tiempo, lo malgasté.
En ambos aprendí todos los saberes que hoy en día utilizo escribiendo para empresas y batallando con la fascinante fauna que habita los departamentos de RSC y Comunicación Corporativa. Ese expediente heterodoxo es lo que me ha sacado siempre las castañas del fuego y ha evitado, en muchas ocasiones, que me queme haciéndolo.
En la barra del bar, observando la vida durante horas, meses y años, como quien asiste a un valioso teatro improvisado sin tregua, aprendí a interpretar sin fallos el lenguaje no verbal, a detectar a quien miente, a quien no es lo que aparenta, a quien quiere impresionar, a quien dice que volverá… pero no va a volver, a los faltones, a los maleducados y los mequetrefes.
También aprendí a identificar a aquellos que se sienten solos, a quienes llevan consigo una pena callada en el pecho como un huésped y acunan su tristeza con una ternura que emociona. Esas personas que son como un espejo, que te devuelve una imagen de ti mismo más limpia y digna, y que te hacen llenarte de buenos propósitos, aunque solo te duren un día.
Todo eso lo aprendí en la University of Barra de Bar. Y me ha sido muy útil en reuniones, meetings, conferencias, ponencias, jornadas y convenciones. Cuando tengo que presentar una propuesta, defender un proyecto, a veces me impresiona lo que me rodea, la sala de juntas, los directivos, el superpresidente…
Llegado ese momento de angustia, respiro hondo, cierro los ojos y cambio el decorado. Cuando los abro de nuevo, ya no veo la sala de juntas, sino una gastada barra de bar y puedo ver en cada uno lo que realmente es debajo de su traje hecho a medida, sin artificios, sin doblez.
O sea que esto es lo que recomiendo: biblioteca y bar; libros y cañas; letras y risas. Además, sin duda la University of Barra de Bar tiene la ventaja de que jamás llegas a licenciarte, eres estudiante eternamente.
Precisamente ahora tengo que marcharme, llego tarde a clase.