Ascos

Una rana pequeñita -de la especie Telmatobius culeus-, zanahoria, miel y maca (algo parecido a un rábano). Mezcle todo unos minutos en la licuadora a velocidad máxima y voilà.

Una rana pequeñita -de la especie Telmatobius culeus-, zanahoria, miel y maca (algo parecido a un rábano). Mezcle todo unos minutos en la licuadora a velocidad máxima y voilà, tienen ya un ¿delicioso? zumo de rana peruana al que muchos atribuyen propiedades terapeúticas. No busquen un gesto de asco en la señora que lo prepara, sino algo parecido a la cara que tenemos todos cuando preparamos zumo de naranja por las mañanas. Como lo más normal del mundo.

Aceptemos asco como una reacción natural ante lo desconocido. Se nos revuelven las tripas al pensar que nuestra lengua pueda estar en contacto con partes trituradas de una rana. Sobre todo de una rana tan pequeñita. Es el mismo asco que les puede dar a otras culturas vernos comer gambas –con su cabecita, sus patitas y todo- o conejos –así, bien enteritos y espatarrados en la cazuela donde los hemos asado; los ojos como platos reluciendo aún en sus cuencas-. Así que aceptemos también que lo nuestro no es ni lo único, ni lo mejor. Simplemente a lo que nos han acostumbrado desde pequeños.

Post data: en este caso, el pero al batido –y un pero muy grande- es que la rana pertenece a una especie en peligro crítico de extinción,