La peor ceguera
Los seres humanos no dejan de sorprenderme. La maldad existe. Cada día me desespera constatar cuantos tipos son capaces en todo el planeta de abusar de los más desprotegidos.
Los seres humanos no dejan de sorprenderme. La maldad existe. Cada día me desespera constatar cuantos tipos son capaces en todo el planeta de abusar de los más desprotegidos.
Los seres humanos no dejan de sorprenderme. La maldad existe. Cada día me desespera constatar cuantos tipos son capaces en todo el planeta de abusar de los más desprotegidos. Hoy hablamos de ciegos. En la india se manifestaban discapacitados para reclamar derechos adquiridos. Y decenas de agentes policiales, funcionarios públicos, se liaron a golpes con ellos para disolver la concentración. La fotografía de Saurabh Das impresiona.
No hay sangre. No hay armas. Pero hay violencia. Hay abuso. Hay un policía agarrando de la pechera a un discapacitado. Y no es fácil encontrar más perversión. Quizá obedecía ordenes. Pero ni en la India se debe obedecer una orden de tanta vileza. Tan profundamente canalla. No es excusa. El agredido tiene el puño izquierdo cerrado. Trataría de defenderse, a ciegas. Se ve un cordón que separaba a manifestantes y represores, al que se aferran algunas manos. Pero el joven del flequillo lo ha sobrepasado. Quizá agarrado por el agente policial, en contra de su voluntad.
Sucede en la mayoría de los países que conozco, en todos los mundos. Se abusa del poder y de la fuerza. Con uniforme o sin el. Se vulneran derechos fundamentales. Pero, además, se actúa contra todo sentido común. Y hay exceso. Y no hay proporcionalidad. Se les da el monopolio del ejercicio de la violencia y desbarran.
Es perverso liarse a tortas, atizarle a hombres, y probablemente mujeres, ciegos. Que no ven. Y tratándose de la India, imposible no releer a Gandhi. “Lo que se obtiene con violencia solo se puede mantener con violencia”. Y “ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego”. Quienes abusan y ejercen la violencia contra mujeres, niños u hombres sin capacidad de defenderse no son ciegos, pero en su alma y sus corazones reina la noche más oscura. Esa es la peor ceguera, aunque quienes la padezcan no sean ellos, sino sus víctimas.