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Enfermedades iatrogénicas

Hemos llegado a la paradoja de que puede resultar peligroso el ingreso prolongado en un hospital. Si tal cosa sucede en los países avanzados, qué no será en los del llamado “tercer mundo”.

Opinión
  • Sociólogo español, colaborador habitual de medios de comunicación. Es catedrático emérito de Sociología de la Universidad Complutense. Realizó estudios de postgrado en la Universidad de Columbia y ha sido profesor visitante en las de Yale y Florida y en El Colegio de México.

Hemos llegado a la paradoja de que puede resultar peligroso el ingreso prolongado en un hospital. Si tal cosa sucede en los países avanzados, qué no será en los del llamado “tercer mundo”.

La imagen resulta estremecedora. El niño fatigado, quizá agonizante, se preguntará por qué se encuentra en el hospital. A su lado una mujer completamente cubierta, no se sabe si por un extraño pudor religioso o por razones higiénicas, se planteará el mismo interrogante.
Nadie duda del extraordinario progreso sanitario a lo largo de los últimos siglos, extendido ahora a todo el mundo. Pero es un hecho contradictorio que no se ha podido erradicar más que una enfermedad: la viruela. Casi todas las demás se habían diagnosticado ya en la Grecia clásica y puede que también en la India originaria.

La civilización actual ha añadido nuevas dolencias víricas de difícil y costosa curación, como el ébola o el VIH. No solo se desarrollan espontáneamente por el contacto humano, sino que se pueden llegar a transmitir a través de los tratamientos hospitalarios. Es decir, se deben considerar iatrogénicas. Hemos llegado a la paradoja de que puede resultar peligroso el ingreso prolongado en un hospital. Si tal cosa sucede en los países avanzados, qué no será en los del llamado “tercer mundo”. En realidad es el segundo. Ya la misma idea de los dos mundos parece hiriente.

El caso de Pakistán resulta ilustrativo. Se trata de un inmenso país superpoblado, con escasos recursos, que decidió concentrar el magro gasto público en armamento, incluso nuclear. Es claro que tal opción significa desatender otros muchos servicios públicos, como el sanitario. Luego los occidentales nos horrorizamos ante una política tan irracional, pero solo es de boquilla. Realmente no hacemos muchos ascos a la provisión de armas a los países pobres. Entonces solo nos cabe el recurso a la ayuda humanitaria. Pero será porque antes hemos dejado que transcurra un desarrollo deshumanizado.