Beber
Get Drunk el incendiario poema de Charles Baudelaire tan difícil de defender en estos días de diplomacia y corrección. No podemos (está mal, o sea) hacer chistes de gordas, de negros, de moros, de gitanos, de putas, de mongolos ni de andaluces (bueno, de andaluces quizá sí).
Get Drunk el incendiario poema de Charles Baudelaire tan difícil de defender en estos días de diplomacia y corrección. No podemos (está mal, o sea) hacer chistes de gordas, de negros, de moros, de gitanos, de putas, de mongolos ni de andaluces (bueno, de andaluces quizá sí).
“One should always be drunk. That’s the great thing; the only question. Not to feel the horrible burden of time weighing on your shoulders and bowing you to the earth, you should be drunk without respite”, exactamente así arranca Get Drunk —el incendiario poema de Charles Baudelaire tan difícil de defender en estos días de diplomacia y corrección. No podemos (está mal, o sea) hacer chistes de gordas, de negros, de moros, de gitanos, de putas, de mongolos ni de andaluces (bueno, de andaluces quizá sí).
Beber, seamos sinceros, es probablemente el único reducto verdadero que nos queda de albedrío y locura. Cuando bebes —y su correspondiente cogorza, caramba— es posible que andes cerca de esa fina línea que separa el placer del ridículo, pero también le estás haciendo un calvo al sistema. Una peineta. Un sanote “suck my ass” que extiendo a ese estudio del British Medical Journal que sugiere que las personas que trabajan más de 48 horas a la semana tienen más riesgo de ser alcohólicas. Que cuidado con los malos hábitos.
A ver si lo entendemos: madruga mucho. Desayuna avena integral. Practica running antes de ir a la oficina. 10 km está bien. Cuidado con el café. Sonríele a la vida. Riega las plantas. Cómprale una caja de bombones a tu chica. Pon la otra mejilla. Llama a tu madre. Cuida tu posición sentado. Folla con ternura. Bebe mucho té. No comas carne. Ni donuts. Ni patatas fritas Bonilla. Y por supuesto: no bebas.
¡Suck my ass!