¿Quién sería quién si hicieran una serie sobre la política española?
¿Y como final de la primera temporada? ¿Qué les parece la dimisión de un ministro de Justicia?
¿Y como final de la primera temporada? ¿Qué les parece la dimisión de un ministro de Justicia?
Siempre me he preguntado por qué las productoras españolas no se han arriesgado a rodar una serie sobre la corrupción política en España en los últimos meses. Ya tienen el guión casi hecho: basta con cogerse cualquier auto del juez Ruz. Muchos espectadores aún añoramos una segunda temporada de la gran Crematorio.
Una ficción de estas características tendría todo para triunfar en nuestro país. Es un tema cercano para su público potencial, los guionistas podrían investigar a su gusto haciendo entrevistas en el Congreso de los Diputados y las tramas se podrían estirar varias temporadas. Además, podría ser barato. Yo lo tengo clarísimo. Si tuviera que elegir un constructor ,a falta del fallecido Pepe Sancho, ese sería José Coronado. Imagínenselo con maletín, unos cuantos kilos más y con el pelo repeinado hacia atrás al estilo Bárcenas.
¿Y como final de la primera temporada? ¿Qué les parece la dimisión de un ministro de Justicia? Imagínense una presidenta de comunidad autónoma que lleve años retando a este servidor público. Este que engañó a parte del electorado gracias a su elocuencia y su habilidad política , ascendió hasta el Consejo de Ministros y fue derrocado tras un pulso por sacar adelante su reforma política. ¿Los fans de House Of Cards no se imaginan a Gallardón hablándole a la cámara?
Para empezar con buen pie la segunda temporada, nada mejor que una crisis sanitaria. Ya sé que parece inverosímil que pasen tantas cosas solo en el último año, pero esto es ficción, no se puede aburrir al elector (¡digo, al espectador!) . Pónganse en el papel, hay una epidemia mundial y el Gobierno de centro-derecha decide repatriar a un misionero enfermo que trabajaba en África. Imagínense esa sala cerrada de la Moncloa y a Antonio Resines felicitándose por la gran operación de marketing. Justo al final del capítulo, cuando quedan unos minutos, un joven funcionario del ministerio abre la puerta del despacho y le dice algo al presidente que le deja helado. El espectador sostiene la respiración: una enfermera que le ha atendía se ha contagiado. Fundido a negro.
En el siguiente capítulo, la vicepresidenta Maribel Verdú releva a la ministra de Sanidad, protagonizada por Ana Obregón (no la ven una actriz seria para este papel, ¿seguro?) al frente de la comisión de urgencia. La verdad es que Verdú tiene ese personaje secundario y eficiente que cae bien a los espectadores.
No todo va a ser tensión, hay que rebajar la intensidad con un poquito de humor. ¿Qué les parece un guapísimo Álex González como jefe de la oposición? Imagínense que va a dar una conferencia a Washington y se pierde por el camino.
Sí, ya lo sé. Es imposible que Rajoy se parezca en algo al personaje de Kevin Spacey en House Of Cars porque el actor norteamericano rebosa una maldad inteligente, una capacidad estratégica y una seducción política de las que carece el político español. ¿Qué puede tener que ver el congresista Francis Underwood con ese político que pierde varias veces las elecciones y espera su turno para saltar a la presidencia del gobierno?
Los estadounidenses son expertos en hacer buenos thrillers políticos, los españoles, en vivirlos. Son adictivos, enganchan y siempre hay algún personaje malo, malísimo que te alegra la trama. Y todo por capítulos, como quien compra el periódico cada mañana.