Elogio del método
La verdadera potencialidad del individuo y de cualquier proyecto está en el método, en el orden, en el esfuerzo diario. La originalidad nace del talento, y el talento nace de la constancia y la perseverancia.
La verdadera potencialidad del individuo y de cualquier proyecto está en el método, en el orden, en el esfuerzo diario. La originalidad nace del talento, y el talento nace de la constancia y la perseverancia.
Friedrich Nietzsche dijo que, sin duda, “el mejor invento de la humanidad ha sido el método.” En los últimos 200 años hemos asociado el caos, el desorden y la dispersión a la creatividad y la originalidad. El bohemio, el creativo, el genio loco. Hemos alimentado esta creencia con películas, literatura, música y arte de todo tipo hasta crear un estereotipo de personaje desgarbado, drogadicto, obsesivo, depresivo y simpáticamente antisocial que crea maravillas como por arte de magia.
La verdadera potencialidad del individuo y de cualquier proyecto está en el método, en el orden, en el esfuerzo diario. La originalidad nace del talento, y el talento nace de la constancia y la perseverancia. No parecen garantías fiables recurrir a la suerte, a la fortuna, a la bondad o iluminación divina. No se trata de apostar y esperar, se trata de hacer que las cosas ocurran.
El orden no implica rigidez. Implica eficacia, eficiencia y productividad. No depender de los demás. Tomar las riendas de tu propia vida y asumir la responsabilidad que conlleva pasar a nadar contra la corriente y renunciar a dejarse llevar por la comodidad de una mayoría anónima que vive quejándose de perseguir una zanahoria que nunca alcanza. El método implica crear un espacio diario de creatividad en el que tiene cabida la improvisación -no confundir con impulsividad-. Implica dedicar tu tiempo a hacer aquello que te gusta para que, como dijo el genio, “si aparece la inspiración, que te encuentre trabajando.”